Ver en el rostro del hombre,
la huella que queda,
Del incendio que alumbra la creación.
Y las vidas,
Ay, las vidas del hombre esparcidas como semillas,
grano diseminado por todo el orbe.
Es en él donde descansa la barbara risa de Dios.
EN esos surcos donde habita la privación de parte de él.
Inalcanzable ser ya más grande o más pequeño,
conducido al exilio, al suyo y junto a los demás.
Uno habita en otro, y otro en uno,
todos son todos cuanto son,
haciendo irreal todo lo que les envuelve de oculto,
que les hace creerse culpables, inocentes, verdaderos, falsos,
quizás elucubren hasta ser seres fuertes ,
capaces de soportar el llanto ajeno sin desmayar.
Pero lo que lo hace notable a los hombres,
es el dolor de la vergüenza que provoca,
tras una reflexión eterna, y ya inquebrantable ,
aceptar que todo es mentira,
en cuyo hedor se hunde Dios y el hombre.
Angelillo de Uixó.
- Autor: Angelillo de UIxó (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 14 de enero de 2016 a las 15:29
- Comentario del autor sobre el poema: Ayer fui invitado a presenciar la obra de un artista local, me fascinaron sus cuadros y le prometí que trataría de escribir algo interpretarlos así como le invite de hacer algo de forma conjunta, no me dijo ni que si, ni que no, solo se rió.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 26
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