Se fue mi alma, aunque sigue aquí, se coló
en tu viaje entre la maleta y tu puño frío;
arrastrando del pelo nuestros sueños y
sin culpa te alejas.
Cuanto daría querido esposo para que la miel
de tus ojos me quedará de recuerdo,
la usaría de amuleto, todas las noches
tendría en su perfume tu recuerdo.
No hay conformidad para mi suplicio que se embriaga
en un odio ingenuo, por ti que no tienes culpa.
La muerte se ríe de su arrebato
mientras mi días de luto siguen la idea
de siquiera un fruto tuyo , ¡Ni eso me dejas!
No hay verdugo más constante que los recuerdos,
ellos se convierten en mis lágrimas y surcan las heridas
de tu abandono.
¡Ay amado mío! cuanta rabia en tu partida, esta cólera
me sabe ahogamiento, dime por qué no puedo huir contigo,
pero no muero.
Comentarios1
Tremendo !!!
Un abrazo.
Gracias! Abrazos.
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