Inés en una semana viaja al Mediterráneo y está pálida. Práctica como pocas, quiere acelerar su bronceado. Compra sábanas color anaranjado. Se encierra cinco días en su cuarto. Las zanahorias y el caroteno hacen lo suyo. Al sexto día tiene un color envidiable, parejo y profundo. Prepara su equipaje y, obsesionada con el tono de su piel llena la valija con zanahorias. La dificultad vino en la aduana. Un señor antipático, sin abrir la maleta le pregunta: “¿Señorita, trae verduras u hortalizas?”. Inés, en ese instante se paraliza. Aguda, con su mejor cara de inocente, contesta: “No, no traigo ¿Por qué? ¿Hay que traer?”. El empleado la mira con extrañeza. Dos minutos de silencio y con mal humor le dice: “Pase”. Una vez más, jugar con la inocencia la salvó de una complicación.
- Autor: Meri (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de enero de 2016 a las 04:39
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: kavanarudén, Pepe Pnca
Comentarios2
Es curiosa la obsesión que tiene el género femenino con el bronceado, envejece más rápido la piel y no soy dermatólogo. El aduanero ¿era vidente o tenía visión de rayos X? Unas letras divertidas y un tanto surrealistas las tuyas, que me han gustado.
Un abrazo.
Ringo
Gracias Ringo, me alegra. Que estés muy bien.
Un abrazo,
Meri.-
Jaja. Divertido. Me gustó.
Saludos.
=)
Un abrazo,
Meri.-
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