¡Eres tan hermosa!
Te miro y me parece que tu foto,
grafía sublime del silencio,
me lanza…
un beso ígneo e ignoto
que a mi tristeza alcanza
y sutil la cauteriza.
Te miro y aflora mi sonrisa
y pienso: ¡Dios mío, qué hermosa!...
Y no quiero que me dejes nunca,
porque mi alma dichosa
quedaría como un ave trunca…
sin alas, sin nido ni horizonte;
prisionera de un lugar sin cielo,
atrapada entre sombríos montes,
sin poder remontar el vuelo.
Hermosa, hermosa, no quiero
jamás, jamás dejar de mirarte…
Por tus beldades vivo y muero…
¡No me alcanza el alma para amarte!
- Autor: Strain (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de febrero de 2016 a las 00:43
- Categoría: Amor
- Lecturas: 185
- Usuarios favoritos de este poema: Diego Nicolás García Contreras
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