He querido engarzarte un collar de poemas,
un hilo de sentimientos dignos de adornar tu cuello,
de deslizarse sin prisa hacia tus senos
y lanzar sus destellos en tus simas,
mas nada hay en el mundo
capaz de eclipsar el brillo de tus ojos,
la luz de tu mirada,
el color de tus mejillas encendidas.
Me he sentado en el suelo,
he arrojado mi cuartilla al fuego
y he ido contando los luceros
que iluminan tu cielo,
hoy que se enciende el más brillante.
Me he quedado mudo de palabras,
pero mi corazón te habla en sus latidos,
mis manos acarician tu recuerdo
y mis labios se quiebran sin tus besos.
Y vuelvo a ser el niño que te amó sin cauce,
el adolescente que se hizo un hombre entre tus brazos,
el arbusto que convertiste en roble a golpes de cariño
y a golpes de añoranza.
Hoy quiero entregarte mis recuerdos,
mi futuro, mi hoy y mi pasado
y decirte con las manos temblorosas y la voz en vilo
que te amo, quizás no como mereces,
quizás no cómo quisieras,
pero sí de la mejor manera que conozco
y de la única forma en la que puedo amarte.
Y decirte con el corazón en la mano
y las lágrimas desbordando mis ojos
que tu amor no morirá conmigo,
porque ese amor me hará inmortal,
porque ese amor es el camino que me conduce
que nos conduce, hacia Dios.
- Autor: Jose Luis Posa Lozano ( Offline)
- Publicado: 2 de febrero de 2016 a las 18:37
- Comentario del autor sobre el poema: Poema del libro Lenguas de Fuego
- Categoría: Amor
- Lecturas: 79
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