Visión de dos antes del sueño solitario
Soy alcohólico del agua, soy villano
de las mil y una noches en que duermo,
soy pobre sin mi ficha social actualizada,
soy hijo de internet, aunque de mis padres no abjuro.
No soy sino ciudad, esas murallas en que habito,
esa anónima estación en que tú partes y no vuelves,
el taxi en que va la primavera y los millones
que nos roban los ministros mientras los pobres mueren de hambre.
En tu precisa actualidad, que es donde es viernes o la aurora,
acaso como ayer que era domingo y no vivías,
acaso como es hoy que es primavera y no te ríes
ni caen en las celdas por vender los dictadores,
ni sabes lo que harás cuando termine nuestro hallazgo.
Aquí, donde te ves, más somnoliento que tus sueños,
más ávido que el bar en donde bebes tus tristezas
y donde intentas comprender que estos intentos son en vano,
aquí no volveré, que estoy siempre lejos mío,
allá no te hallarás, que aún caminas a tu encuentro,
aquí y allá, bien pues, unos y otros,
como quien dice tú y yo, los vacunados
contra la sombra del dolor, contra la duda
de que haya más que hacer que encoger hombros
y apenas insistir en darle agua a los frutales,
en comernos con los ojos, en llamarnos
sin nombre o porvenir en que volver a pulsar claves,
allá y aquí, ya consentidos, ya privados
de toda posesión y de ambiciones indeseadas,
nos queda recurrir a la visión de lo existe,
al pronto dormitar de las verdades de la aldea
en que no hay nadie más que mil millones de individuos
que no pueden saber a quién seguir de tantos líderes,
que no quieren vivir como han vivido por mil años
y no saben qué hacer, pues nunca, nunca lo han pensado.
Estaba por llegar, tú estabas por no irte
cuando en aquel rincón de la maldad me diste un beso
y yo te respondí como quien vuelve del mordisco
con más hambre y más sed que su sangriento victimario,
y entonces sucedió que ni la noche nos detuvo
y nos arrancamos la piel, esa que en nada ya nos sirve.
Así que adonde estés, donde me vaya tras la ducha,
no es vano declarar que no es que todo esté perdido
sino que falta hallar a vieja llave de la vida
para entonces volver a aquella cama en que descanso.
Sé bien que no me voy, que este deseo es donde te hallo
y que si no estás tú me queda el sueño de encontrarte,
ya en los residuos de mi alma, ya bebido por tus besos
y por tanto triste adiós de esta ciudad que se derrumba
mientras te alejas de mi sal y mientras yo, saciado, duermo.
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10 02 16
- Autor: Óscar Pérez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de febrero de 2016 a las 09:33
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 29
- Usuarios favoritos de este poema: nelida moni, Santiago Miranda
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