Como matar a mi hermano, abstenerse locos.
11 de febrero, estoy desayunando junto la máquina de café del Ayuntamiento de vall d´Uixó gracias que he conseguido vender dos bolsas de verdura con cebollas, lechugas, acelgas y espinacas por cuatro euros. Este es en estos momento todo mi capital.
¿ A qué ha venido realmente?- me pregunta el funcionario que tengo delante.
A escribir con lágrimas por la muerte de mi hermano- respondo sin que mi respuesta le altere lo más mínimo mientras el funcionario que me conoce sabe lo que quiero:
escribir una instancia.
Se que cuando escribo la gente de ríe de mi, no por lo que cuento, sino porque adivinan que no me encuentro bien sin embargo no ven la falta de política, de espiritualidad que hay al atravesar la puerta de los servicios sociales.
Allí se dan cita los dos extremos más miserables de la moral burguesa, de forma canalla, hiriente, en un ambiente de intimo dolor silenciado, de profunda vergüenza escondida entre paredes limpias, con grandes cárteles infantiles donde está escrito los derechos del menor y los derechos humanos del hombre adornados con fotografías de ancianos sonriendo. Dan arcadas ver el decorado de los servicios sociales y la función que se representa mientras unos viven de otros de la forma más antinatural y siniestra que alguien pudo imaginar. Sin duda un liberal burgués socialista español. Un canalla.
Al entrar en los servicios sociales, como fue mi caso ayer, suelo colocarme en un rincón, donde observo de forma separada, primero a los trabajadores cualificados: psicólogos, asistentes sociales, opositores administrativos. Su imagen es el rostro de la moral burguesa: limpios, educados, formales, sumisos, grises, carentes de alma, ocultando hasta sus prejuicios.
Y por otra parte los desheredados, de los que yo formo parte, pero siento que no formo parte de ellos cuando los observo inquietos, somnolientos y a la vez agitados , nerviosamente moviendo las piernas y las manos en sus asientos con su mirada hundida y ofendida como la de los perros, y susurrando un triste coro de réquiem de quejas por soportar un destino nefasto.
Son criaturas lacrimosas, náufragos de su pupila delirante y angustiosa.
Nunca ponen en juego que pertenecen a un grupo cuyo valor positivo es la desmoralización social.
Desmoralización total.
Nada de profesión, familia, ni patria- esto es lo que debería recetarles el asistente social y el psicólogo, en vez de asquerosas dosis de paciencia y sufrimiento ante el concepto de ayuda que esperan, que no es otra cosa que la estupidización social, convertirlos en animales de rebaño, ni siquiera racionales, eso sería dotarles de dignidad a los parias. Los burgueses los han convertido en rebaño humano humillado.
Esa falta de dignidad se desprende no solo en la cuantía de cheques sociales que cubren los gastos mensuales en pienso de un perro.
Cheques de 80 euros, de 100, de 120, la comida de un mastín.
Sino en el suceso que presencié y sufrí. Un suceso fortuito, invisible, que añade un plus de sufrimiento a esta situación y demuestra por los principios por los que se rige la moral burguesa liberal.
Tras lo duro que es ya de por si pasar el mes con 100 euros, el día que llegan las famosas limosnas, quedan por realizar otros trámites que deben formalizar los funcionarios sobrecargados de otras faenas más prioritarias.
Los desdichados que se acercan a recibir su miserable talón son despedidos con el grito de guerra y solemne del funcionariado ibérico :
Vuelva usted mañana a ver si lo hemos hecho.
El horizonte entonces se hace oscuro, uno hace cábalas sobre el tiempo que ha de pasar hasta regresar, y no inventa nada bueno mientras grita en la calle al destino:
Me han jodido la fiesta hermano.
Angelillo de Uixó,
- Autor: Angelillo de UIxó (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de febrero de 2016 a las 08:36
- Comentario del autor sobre el poema: a través del suceso de un cheque de los servicios sociales que he sufrido podemos reflexionar como es verdaderamente la moral burguesa, la causante de esta crisis.
- Categoría: Sociopolítico
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