El alba creciente, en la ventana,
Azulona, purpúrea, rosada,
La noche ya apresada
En el lucero de alumbrante mañana.
Las nubes, cual manta arañada,
Vaporosas, movientes, encadenadas,
Reflejan en mi retina,
El recuerdo del alma engañada.
La suave brisa de verano, tranquila,
Con su murmullo apagado
cual llanto al fin calmado,
Compadece el pesar que me vigila.
Las rocas desmenuzadas, añejas,
Pedacitos de pasado,
Sabiduría de tiempo otorgado,
Felices inanimadas, sin quejas.
Yo, en vida de tu propio ser,
Que cielo y tierra condenan,
A forzar tus cadenas
De pena, amargura, querer.
¿Como dejasteis, elementos,
Que fuera presa certera,
única prisionera
De furiosos mares turbulentos?
¿ No es acaso la felicidad,
bien supremo en la vida,
y no la agonía
resultado de la soledad?
- Autor: A.L.C. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de abril de 2009 a las 10:40
- Categoría: Amor
- Lecturas: 171
Comentarios1
Hermoso, muy bonito. Un abrazo. Ruben.
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