Los niños marchaban
cantando corrían,
las palmas sonaban
campanas tañían.
Con sables andaban
alegres reían,
al cielo miraban
sus pechos henchían.
Cañones tronaban
y el paso torcían,
la plaza buscaban
los perros latían.
Las viejas hilaban
los hombres bebían,
las madres lloraban
cuando ellos venían.
Algunos burlaban
y aquellos decían,
generales criaban
que al plomo temían.
La fuente manaba
dulzor de agua fría,
donde el caminante
la sed saciaría.
Las niñas rezaban
un Ave María,
por los que pecaban
y a Dios ofendían.
La marcha paraba
con gran gallardía,
y todos gritaban
cansados caían.
Los gorros volaban
los sables pendían,
las aves trinaban
y un gato gemía.
Los viejos fumaban
también maldecían,
las cartas jugaban
y trampas hacían.
Unos conversaban
otros preferían,
quedarse callados
más siempre gruñían.
Y yo que miraba
de pena moría,
y a Dios imploraba
rogando a María.
La plaza quedaba
muy triste y vacía,
y un niño lloraba
al ver que partían.
Franklin Joel Blanco Aparicio.
Villa de Todos los Santos de Calabozo.
Venezuela.
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Autor:
franklin blanco (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 15 de febrero de 2016 a las 14:18
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 41
Comentarios1
Curiosos chispazos fotográficos.
Da la impresión que el poeta le deja al lector un deber oculto de ver entre el poema un objeto interno, un final propio.
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