El amor que me has fingido
hizo morir los rosales,
guayabos y naranjales
están de pena dormidos,
se rompen como cristales
sus corazones heridos,
y en sus ramas, ni las aves
quieren hacer ya sus nidos;
abriles de vientos suaves
que pasan, sin dejar ruidos;
sobre las frondas resecas
de mi jardín afligido.
Ahora que te has marchado
dejándome, en el olvido;
hasta el candil atrevido
de este farol trasnochado,
susurra que no fue malo
quien por tu cara bonita,
llorando llega a la ermita
sólo, triste y abandonado.
Serafín de mis rubores
cofrecito nacarado,
con tus llaves, has guardado;
mis penas y mis dolores,
de mi corazón dispones
para calmar, tu arrogancia;
quiero olvidar las traiciones
que matan, mis esperanzas.
Franklin Joel Blanco Aparicio.
Villa de Todos los Santos de Calabozo.
Venezuela.
- Autor: franklin blanco (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de febrero de 2016 a las 18:36
- Categoría: Amor
- Lecturas: 86
- Usuarios favoritos de este poema: Dulce, Gisela Guillén, nelida moni
Comentarios2
Es triste el episodio porque no hay que tener corazón para fingir un amor. Tu poesía es deliciosa.
Una perla tan bien trabajada, que hasta muestra bella y elegancia la tristeza.
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