45 horas (tragedia semanal en cuatro actos)

Santiago Miranda

 I

 

45 horas a la semana

6 de los 7 días

Levantarse de noche-mañana mutilando con colmillos ciegos

el sueño que intentaba preparar-nos/entregar-nos exculpándose al lanzarnos al fulguroso día

reparar mas no pudieron, ni entregar defensa alguna

antes de alejarme en la cinta en movimiento, a completar el recorrido (espero)

volver del entierro de los días con el cuerpo medio muerto

el caminar sosegado recordando vívidos días vividos

(función decrepitante:  teniendo dos décadas de vida no es extraño, el tiempo no es concomitante a la rugosidad rigurosa de porfiados poros permanentes dermatológicamente inocentes o níveos cabellos niquelados albacentes; solo es la nostalgia o en otras palabras: la que evidencia que ya soy un viejo de mierda)

y desesperar por resucitar al siguiente día bajo el programado estruendo; un ringtone del infierno, el plazo máximo ha de cumplir para levantar y bañar tu cuerpo

con pacientes energías sobrevivir a lo que los esperanzados nominan:

el mañana (siempre hay uno,  horizonte inalcanzable; una sombra en perspectiva que se mueve conmigo hacia adelante, cruelmente copiando mi desplazamiento)

para algunos un nostálgico sueño libertario para los trabajadores bajos, lo ordinario, la eterna repetición de lo mismo; la rutina

(como caer en picada en una habitación despejada de espejos en bajada en cuadros idénticos donde todo reflejo, oculta lo bello, luego de eso, solo seguir cayendo) 

Claro que no es vida 

y lo que vida fue se pierde entre los recuerdos, y los recuerdos se esfuman entre el tiempo,  de rutina y todo termina

siendo, todo un simulacro:

un país en los manuales de geografía humana, aparecen poblados sonriendo y elevando sus manos: pérfidamente queriendo decir, sólo atrevánse a venir.

todo es en el fondo un simulacro:

salvo nuestro trabajo, su golpe es más real que la misma realidad, tanto que nos envía en un lugar intermediario entre los sueños y el mundo, entre el mundo de los sueños, o entre los sueños del mundo, mientras nuestras guardias dormitaban...

zas! nos revienta la alarma, la tregua se expande por los pasillos, interiores de mi cabeza, hasta el caracol en mi oído, el yunque y el martillo, pero no la hoz, nunca la amigable arma olvidada tan extrañable...por...

las masas se adelantan através de pequeños espacios a alimentarse juntando sus cuerpos, mostrando sus garras (eso o quizás deformo percepciones, quizás estoy exagerando, eso no importa, no es relevante, el delirio de este sistema, no importa, no es relevante, ser sus víctima predilectas, no importa, calla, calla. pero, ya sentirlo habla de algo, algo posiblemente importante. respiro.) aturdido salgo, a respirar de eso no me debo olvidar, afuera, es la hora de descanso para poder recuperar las fuerzas. 

para no desfallecer actuando que trabajando trabajo 

II

(Respiro)

Afuera la calma, afuera la vida, siempre afuera está de uno

afuera el viento que susurra pájaros, cantando cuentos corales de parques y árboles, afuera hay un mundo

afuera llego yo, pero soy distinto, un extranjero jamás forma parte del paisaje, un hombrecillo de ciudad (hijo bastardo de la tierra)

solo vengo a pasar, sentarse en una banca solitaria, sacar del bolso un pote con tibia comida

mirar los edificios y las torres. buscar el cielo velado por cortinas de armazones, grúas y  horquillas (no grullas, no orquídeas), evaluación natural de la fauna citadina.

y preguntarse profundamente

¿Cuál será tu próximo paso? ¿Qué será ya de nosotros, y de los niños hoy carne de cañon y mañana…? ¿hay mañana para todos nosotros?

como sin saborear, con el tiempo se pierde el gusto de las cosas, uno termina y se acaba. pero algo siempre queda: una pregunta.

cuestionarse si uno debe o no volver a la jaula. por su propia cuenta. imaginar las posibilidades

"casi llegan a llevarnos de los brazos los agente de la guardia, casi grito una consigna antes de cruzar el umbral y perderme en el concreto del edificio y la ciudad."

la pesadilla de ser absorbido. 

pero nos tienen de los cojones, los huevos, la bolsa de los testículos, la dueña de los sistemas araña con sus garras todas las horas de todos los días, un reguero de sangre expiran nuestros poros, una caricia de sus uñas, una calmada caricia

Las nubes siguen cruzando el cielo, lentamente

En su natural bondad guardan silencio, aun conociendo el final de las cosas conocidas

“Sería más practico que me llevara un saco de dormir a mi puesto” , A ellos les encantaría la idea, ida. Pero. Trabajar 7 días a la semana es ilegal, lamentablemente

Para ellos. Para mí no es tan diferente

III

¿Antes no éramos llamados esclavos?

Recibíamos techo y comida por nuestro trabajo, protección de los invasores y dioses comunitarios

el agrio día de navidad era la festividad de la justicia incandescente, la belleza del vino, la parra y la poesía

Daban vuelta la mano, recibían los regalos de sus amos, de los perros sublimados

Las glorias de verlos caer se han perdido pero jamás será olvidadas

cada subordinado en su núcleo tiene un germen que busca el crecimiento. espiritual

la insurreción palpita, revolución irriga, rebelión expele a borbotones por cada molécula de nuestro ser

esperando ser alzadas con nuestros cuerpos en el acto, el ultimo finalizado en nuestra carnicería, malditos cerdos

mi tenedor y mi cuchillo tiene hambre de su sucia carne 

si los tuviéramos de frente, dispararíamos iluminados

anónimos ficticios personajes humanizados, cabeza de calvos turco, espantacántaros de la ira, chivo rexpiratório caducados

Nosotros a ellos no los vemos, en las calles, en los sueños, viven en un mundo aparte, el de las pantallas y de las lomas inalcanzables

Dialmentralmente opuesto a quien debe volver a este momento, al trabajo sin remedio.

Y ya casi agotado, agotando la esperanza de la cual no se ha alimentado 

(Pecador Claus: por favor disminuye, la carga horaria, el hierro y la plata entre el tórax y el pecho, si ha de suceder que sea sobre ellos)

IV

Espíritus de trabajadores muertos

han advertido el desconsuelo

nadie quiere seguir sus pasos

pretender morir primero

el sueldo no me alcanza

para comprarme un sueño

como una nube que va quedando estancada

sobre mí en el cielo

 

Cuantos ancestros caminaron antes mis pasos

cuantos mártires cayeron ante la conquistada

libertad de un indefinido y vitalicio contrato 

de indignos salarios bajos

establecido por semi-seres críos, amorales, espectrales

muertos míos con respeto digo

tapen sus oídos con lombrices solitarias

sellen sus cajones con trozos quebrados de paraíso

perdido, nos vamos encallando

silenciosamente de todo en la nada

 

45 horas a la semana

6 de los 7 días

he vendido el tiempo que no me pertenecía

lo he regateado por comida, fría y sueños de día

dios escucháme, dios de verde presencia, propietario del poder ilimitado

de circular anverso, de rectangular reverso

maldito dios destructor de vírgenes naturales, mundos

de montes vellos, de piernas desiertas de deseo

escucha nuestras plegarias, nuestro lamentos

destrúyete a-dios de los papeles

disuélvete ahora que tu debes tú autodestructivo carácter

o espera nuestro fuego

la marcha completa de los muertos

alimentándose de sueños mutilados con colmillos ciegos

mientras las nubes siguen cruzando el cielo, lentamente

45 horas a la semana 7 veces 7 

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  • Autor: Santiago Miranda (Offline Offline)
  • Publicado: 25 de febrero de 2016 a las 22:48
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 30
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