Él vivía con riendas invisibles que ella guiaba en función de sus caprichos. También había vendado sus ojos. Manejaba las circunstancias con garras de relámpago. Se había convertido en otra mujer. Desconocida. Obraba contra él con malicia.
Su animosidad, cada vez más desaforada y resentida contaminó el entorno, el mundo. Sus ojos se tornaron más oscuros que el azabache, con un brillo siniestro. Y fue mutando su esencia hasta llegar a agravios inauditos ¿Habría bebido cicuta? Algo la había convertido en una cobra filipina…
Ayer develó su dolor. Se había enterado que él había probado el sabor de la fruta fresca. La noticia encendió una antorcha dispuesta a arrasar sin miramientos.
Y en el límite, el Soplo del Abismo irrumpió como un viento a favor que los expulsó a ambos del Infierno, arrojándolos a órbitas desconocidas donde pautaron tregua.
- Autor: Meri (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 28 de febrero de 2016 a las 00:30
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 51
- Usuarios favoritos de este poema: Edmundo Rodriguez, nelida moni, sanzsant, Maria Hodunok., Humberto Barba
Comentarios3
¡Excelente! Como siempre, querida amiga.
Besos.
Ruben.
Rubén, siempre agradecida ante tus palabras.
Un beso,
Meri.-
Maria, cada dia te admiro mas, amiga.
Perfectas tus letras, intensas y escritas de forma sublime.
Que tu domingo sea muy feliz.
Abrazos a tu alma dulce.
Mari, Querida, gracias por andar por estos lares =)
Cariños con abrazo,
Meri.-
Gracias por tu amistad Maria, mi dulce amiga.!!!!!!
Fuerte... me gusto mucho.
Besos.
Gracias Humberto, lo celebro.
Besos,
Meri.-
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