Deambulando
al cálido nocturno
advertí que mi mirada
alcanzaba tu refugio
y animé una palabra
para ganar hospedaje.
Así, caí adictivo
de tus carnosos labios.
Bebí tu piel
y ciego te descubrí
octava maravilla.
En tu lecho,
embriagada en almíbar,
quedó mi alma.
Déjala,
algún día,
volveré a buscarla.
- Autor: Condorcanqui ( Offline)
- Publicado: 6 de marzo de 2016 a las 21:34
- Comentario del autor sobre el poema: Construyo poesías para enriquecer mi narrativa.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 39
- Usuarios favoritos de este poema: CH, la cuerva
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