Ven, mujer y alma,
confiesa tus pecados en mi cama.
Acá no hay infiernos, ni penitencias;
Sólo habrá glorias divinas,
esperanzas puras, espiritual consuelo.
Ven, mujer y humana,
trae las dolencias terrenales a mi lecho.
Acá no hay infieles ni credos;
Sólo verás paraísos de ninfas,
calmas diurnas, fuego de vida en pecho.
Ven, piel y sangre,
confía tu vida a los templos de mi noche,
Acá no hay mandamientos, ni profetas;
Sólo caricias de limpia,
sudores benditos y santo derroche.
- Autor: Héctor Adolfo Campa (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de marzo de 2016 a las 02:04
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 83
- Usuarios favoritos de este poema: Alexander Ramirez, nelida moni
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