(Historia de todos los días, cuento de nunca acabar)
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Era una mujer valiente, decidida, que por razones que le sobraban decidió criar sola a sus hijos.
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El sacrificio y el sufrimiento nunca faltaron, pero las ganas de trabajar y la esperanza de salir adelante tampoco.
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EL pan era escaso y a veces hasta prefería no comer ella para que comieran sus retoños quienes ansiosos la esperaban cada día con hambre y tristeza.
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Ella les brindaba la comida que podía para intentar disipar el hambre, pero la tristeza sí la disipaba totalmente con el amor y la ternura que siempre les prodigaba.
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Un día como todos repartió la escasa comida que pudo llevar a casa y contemplaba feliz como todos sus hijos comían, luego salían felices a Jugar al patio. Pero ese día comieron todos los hijos excepto la hija.
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¿Por qué no comes? Preguntó amorosa la madre
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Porque quiero que me acompañes y comas conmigo, si no, no comeré, tengo poco apetito, respondió la hija.
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La madre la miró con ternura y compartió con su hija aquel plato de comida, mientras la hija comía feliz a su lado y al finalizar el plato, la abrazo dulcemente y le dijo:
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Gracias mamá por acompañarme a comer y perdona, ya sabes que así somos las MUJERES.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela
- Autor: Diaz Valero Alejandro José ( Offline)
- Publicado: 10 de marzo de 2016 a las 09:40
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 49
- Usuarios favoritos de este poema: DELICADA ABRIL, JADE FENIX, Lissi, Elena Mateos
Comentarios4
Hermoso!Abrazos , poeta
Gracias colega!
Lindo cuento.
Lo interpreto como la importancia del apego entre la madre y sus hijos.
Asi es amigo Francisco.
Muchos sentimientos y emociones involucradas…
Que hermoso
Y de una manera muy vigente. Saludos!!!
Bellamente sentidas tus letras mi querido amigo.
Un placer leerte.
Un fuerte abrazo.
Gracias apreciada amiga. Se hizo en homenaje a la mujer. Un abrazo.
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