Cuando pensamos en las cosas que nos pasaron hace tiempo, hay veces que recordamos el dolor de aquella bofetada que, de pequeños, nos dio un amigo. Pero, en realidad, no era la bofetada lo que nos hizo daño. Lo que nos dolió, fue el hecho de que fuese la persona que nos la había dado: nuestro amigo. Al recordar esas caídas que todos hemos tenido en nuestra vida, sabemos que no es la caída en si lo que nos produce dolor, si no el quien nos empujó.
¡Cuántos tropiezos, caídas, desengaños y mentiras habremos soportado durante nuestra vida! Y lo que más dolor nos causa son las personas que permitieron o provocaron que nos caigamos.
Siempre se dice: "Mira aquel que pasa por ahí es mi exnovio, no quiero saber nada de él, fue un capullo", "Con aquel chico estuvimos saliendo 4 meses pero es muy aburrido y le gusta controlar mucho", "Ves aquel chico que va cogido de la mano del chico rubio: me puso los cuernos y lo deje".
Eso es lo que se comenta a los demás pero, ¿se explica alguna vez el comportamiento que nosotros tuvimos? Probablemente el chico que hoy es tu ex y del que no quieres saber nada te dejo porque te vio besándote con otro chico, o aquel que tú dices que le gusta controlarte, cada vez que se daba la vuelta descubría que estabas con otro en el baño, o en realidad quien estaba en la cama con otro eras tú y no el que dices que te puso los cuernos.
¿Cuantas veces mentimos acusando a los demás de nuestros pecados?
Sabemos que la vida no es de color de rosa, pero solo depende de nosotros ser quienes la convertimos en gris o en negra. Aquellas personas que ayer te querían con toda el alma hoy intentan olvidarte, sacarte de su corazón.
Por tiempo que pase no llegaremos a olvidar del todo a quienes se cruzaron en nuestras vidas. Aquellos que en su momento estuvieron en nuestro corazón, para bien o para mal, y de vez en cuando, aunque sean segundos, se vuelven a cruzar por nuestra memoria.
Las pequeñas cosas que nos hacen crecer como personas son los mejores momentos, son esos de los que tendríamos que aprender y no olvidar les.
Deberíamos saber que, las personas que ya no te demuestran su afecto es porque ya no les importas. Llega un momento en que uno se da cuenta que la vida es muy corta, que el tiempo corre muy deprisa y que es muy duro sentirse solo.
Al hilo de lo escrito me gustaría contar mi historia de amor, ocurrió ya hace muchos años y que a pesar de ello está siempre presente en mí.
Fue la persona a la que más amé, me enamore profundamente de él.
Yo era mayor que él, él tenía unos 23 años, pero estoy seguro, que él me amo como nunca había amado. Con el tiempo nos fuimos conociendo más, disfrutando del tiempo , de los lugares que conocimos, paseábamos y como no, llego aquel día que siempre llega .llego el día en que nos besemos como locos, pasemos una noche preciosa inclusive me preparó el desayuno toda la noche juntos fue maravilloso. Su familia quiso intervenir en nuestra relación, ambos pasábamos mucho tiempo juntos eso les molestaba, un día sin que él lo supiera, tuve unas palabras muy serias con su familia y me prometí que nunca se lo explicaría.
Me dolía el corazón de tanto llorar en silencio, pero nada podía separarnos.
Al final decidimos vernos a escondidas, hasta que llego el día que su familia decidió volver a su país. Desde entonces yo recibía alguna carta de vez en cuando. Unas cartas que a día de hoy aun guardo, había en cada palabra tanto amor, tanta lágrima. Al final, pasó lo que suele pasar, dejaron de llegar esas cartas, no supimos nada el uno del otro. Quería olvidadlo todo, pero resulta imposible olvidar ese primer amor lleno de nostalgia.
Un día caminando por la calle, cuando ya habían pasado muchos años, doce concretamente, yo estaba esperando a que el semáforo cambiara de color cuando alguien se acercó y me pregunto la hora. Sin mirarlo le dije la hora y cuando me propuse a cruzar me cogió del brazo, era él. No me lo podía creer, seguía tan guapo como siempre. Mi corazón empezó a latir más deprisa, mis ojos se llenaron de lágrimas, lo salude como si nada hubiese pasado y él mirándome a los ojos me dijo que nunca dejo de amarme, que me amaba como el primer día y que sin que yo lo supiera siempre estuvo pendiente de mi desde su país.
En aquel momento sin pensar en nada, sin tener en cuenta el que la gente nos pudiera mirar, él se puso a llorar conmigo y como dos niños nos abrazamos, regalándonos un fuerte, profundo y bellísimo beso
Yo era más mayor que él pero eso no nos importaba, aquel día hicimos el amor como si fuera la primera vez, sentí tanto sus caricias por todo mi cuerpo, no podía dejar de llorar de felicidad igual que el primer día.
Pero se olvidó de decirme que sus padres regresaron con él. Intentemos volver a vernos, incluso intentó cambiarse de casa sin que los padres lo supieran. Nos llamábamos de vez en cuando, hasta que los comentarios de la gente llegaron hasta su familia. Ellos querían "una mujer para su hijo y no un maricón", como me dijeron la última vez.
Con el tiempo las llamadas se olvidaron, ya volvíamos a estar de nuevo separados, la distancia nos volvió a separar, esta vez la distancia y los comentarios nos separaron más aún.
Un día ya cansado de esta situación, lo llamé, quería saber de él. No lo pude localizar. Me volví loco, intentaba llamarlo dos o tres veces al día, pero nada. Al final y con el tiempo, conseguí hablar con él y tome la decisión más dura que podía tomar en mi vida: le dije que sería la última vez que lo llamaba, lloro por teléfono, tanto que se me rompía el corazón pero ya había tomado una decisión, y lo tenía claro.
Volvió a pedirme la última oportunidad, pero ya habíamos tenido muchas oportunidades. Le dije que desde el primer momento sus padres no me querían y con eso no podía hacer nada. Al final le convencí, con todo mi dolor, de que no éramos el uno para el otro, parece que lo comprendió, o eso me dijo.
De esta llamada ya hace mucho tiempo, no he podido olvidarlo, siempre está en mí. A veces pienso si hubiera sido positivo volver a darnos otra oportunidad, pero eso nunca lo sabré. Solo quedan en mí sus recuerdos, de vez en cuando recibo una llamada suya.
Nunca podré olvidar que lo he amado con toda mi alma. No sé si hice bien en dejarlo, pero ya está hecho y siempre, siempre estará en mi corazón.
Eso sí aun lo amó y cada día lloro por él.
Y ahora que, después de los años, veo el final en mi vida. Él no podrá ni imaginar cuanto he llegado a amarle durante todos estos años, que no he podido olvidarle ni un solo día, nunca podrá llegar a saber lo que significó para mí, lo especial que fue durante todos estos años.
He sido tan feliz todo este tiempo, pues le he amado con toda mi alma. Mientras, ahora ha llegado mi hora, yo muero. Él fue mi única razón de vivir, busque a otras personas que pudieran llenar el vacío que me dejó, pero nunca encontré a nadie. No permitía que nadie me tocase, quería guardar esas últimas caricias y esos últimos besos hasta el día de hoy. Me marcho, pero con la esperanza que algún día nos volvamos a encontrar.
Si algún día alguien lee esto espero que entienda lo que hice y lo que le quise.
Hasta pronto mi Amor.
Xavier Martinez
- Autor: Xavier Martínez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de marzo de 2016 a las 18:16
- Comentario del autor sobre el poema: Volver agradecer a mi Amigo Joseph Sela por sus colaboraciones en mis trabajos sin ellos no terminaría de expresar lo que quiero
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 37
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