Sobre una libélula de colores
ruedo por los centros de la ciudad.
Una paloma, como otras, está posada.
Su pecho roza el adoquín semipeatonal.
Casi todas levantan el vuelo a mi paso,
pero esta palomita blanca
no despega.
Sus hermanas y sus primas
aléjanse de las ruedas de colores,
y esta palomita blanca se abandona.
Un crujir de chocolatina es pasar sobre ella.
Un borbotón de sangre son sus alas
y sus plumas mojadas.
Alrededor, los peatones me gritan “ ¡asesino!”
Me increpan para que la coja moribunda
y la devuelva a la vida.
¿Veterinario? Señora, estaba enferma,
mire los parásitos cómo la atosigan.
Un remolino de gente se arremolina,
me reprenden, me juzgan.
Sobre las baldosas de la calle principal,
sin que nadie repare en él,
como el olor de la confitería cercana,
como el anuncio del fontanero a domicilio,
como la nube que cubre el sol unos segundos;
un señor de rodillas penitentes
canturrea su cancioncilla
con los brazos extendidos
“Por caridad, por amor de dios; una monedita pa comer”
El espectáculo es otro:
la paloma y el ciclista debutan en primicia.
¡¡¡Pasen y vean!!!
- Autor: lumino (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 20 de marzo de 2016 a las 11:49
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 54
Comentarios1
Muy tierno y cotidiano, me gustó leerte, saludos.
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