Señora mía,sepa usted que la adorocon tal idolatría,que de noche le sueñoy de dia le lloro.Que envuelve mi bogar tristeel remanso de sus olas, al tiempo en que le interroga¿porqué a este ser heriste?Pero sus oídos cautos,ahogados en privilegios,no escuchan, ni dos arpegios,ni lo audible del quebranto.Y desde mi manso pecho,impío, a dios con afán imploro,le traiga hoy a mi lechoy la recueste entre oros.Señora mía,sepa usted que la adorocon tal idolatríaque le sueño de díay de noche le lloro.
Comentarios6
Me has recordado por el título a un soneto de Garcilaso de la Vega, luego al leerte ese lenguaje de romancero que personalmente me encanta, aunque ahora esté o digan que está pasado de moda.
ha sido un placer leer tu poema, rojo. un abrazo
Tiene un buen ritmo el poema, en parte gracias a la rima, pero donde más destaca es en ese leitmotiv con que lo empiezas y lo terminas. También me ha gustado el verso "ni lo audible del quebranto".
Saludos, Rojo.
Excelente poema que parece mas una cancion de la epoca de oro de los grandes trios, cuando hasta la impotencia, como en este caso se escuchaba hermosa y se volvia el estandarte de muchas personas con ambiciones y anhelos similares.
Te felicito!!
Muy buen poema, te felicito. Un saludo, rojo.
Hermoso poema. Lo he disfrutado, ...te seguiré leyendo. Saludo de luz.
Hermoso poema.
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