Hola.
Le escribo para decirle que ya son demasiadas las horas; y, para saber si desea vernos, es decir, a ambos juntos y en un mismo tiempo y lugar, entre otras cosas porque el Sur también existe, y el jueves estará bien, Dios mediante… Y, sobre todo, la espero por la mañana, en la lluvia de las diez a. m., de enero a diciembre… Para no seguir comiendo solo… “Heme aquí”… Hace tanto que quiero decirle esas dos palabras… y que usted, asimismo, las diga.
Si puede venir, voy a estar desde el miércoles, a la hora más oscura inclusive; si no, estaré nadando en el río… de mi propio llanto. Ah, además debo decirle que, con los ojos no veo el día… de mirarla de cuerpo entero.
En fin, mejor encuéntreme usted… y al fin sabré qué sonoras… son las horas de queso de la Luna… Como campanas enanas, como ojivas maduras; y, el Cielo a su lado… Y azulado yo.
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