Sé que desde el inicio,
que desde el final,
he de ser capáz de asegurar,
en la tempestad,
en la bonanza.
Mi eterna búsqueda,
excitante,
de mi ser, la razón,
de mi alma, la ventura
del corazón, un martirio.
Corazón,
En qué clase de monotonía
hemos de envolver ahora,
el cansancio,
la pereza,
para qué lucharnos.
De esta aventura
he convertido un viaje redondo,
un ciclo infinito,
y para serte sincera, corazón
ya no he descubierto algo nuevo.
Solía ser ésta,
mi monotonía favorita,
el reto de mis días,
pero que de la locura,
pero que de la necesidad,
pero que de las ganas,
no me he cansado,
me he aburrido.
¿Se te hace esto congruente?
te pido mis más sincero perdón,
el único que me queda,
juré mantenerme entretenida,
quizá luché en vano,
no por ti,
no por mi,
quizá luchaba por saber nadar
ante la asfixia del agua a mis rodillas.
¡Ay, Corazón de mi vida!
En qué nos hemos envuelto,
nos hemos deseado tanto
y justo ahora que podemos tenernos,
ya no nos queremos.
Cielito,
de tus ojos no me canso,
en tu tacto ya no me derrito,
y tus palabras,
ya no resbalan en mi pecho,
ya no acarician en tiempos de hambruna.
Nos gastamos,
nos agotamos,
nos hemos llenado,
¿Satisfecha?
queda un huequito
justo dónde iba el dulce postre,
después de tanto,
ya no queda más espacio,
ni en la memoria,
ni en el corazón.
Pero ¿Qué le hacemos, amorcito?
a las 10:30 am,
en donde siempre,
ahí discutiremos nuestro destino cruel.
Ahí nos discutimos.
- Autor: Andrea León Hernández (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de marzo de 2016 a las 01:44
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 132
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