Veo una ferviente orquesta
tocar y cantar
a manera eufórica.
La miel, más dulce
la pruebo hoy de tu voz.
Ruge con vehemencia
un impetuoso horizonte
y el feroz viento que no piensa
en dar clemencia, ni en dejarme ir.
Tan tenaz penetra el sol en mi piel
que siento como la vida corre por mí.
Me encuentro de repente,
envuelto,
en un aturdimiento de alegría
siguiendo de
una bella y silente calma
que logra oxigenar
este ensueño
mi despertar, mi alma y mi mente.
Me pasa tanto mi vida
en aquellos días
cuando tu boca
me dice "te amo"
con tu rostro sonriente.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.