Sentada en su silla de enea
junto a la vieja ventana,
de oscuro cristal bruñido,
la luz entraba en la sala
Miraban sus ojos marchitos
a las niñas que jugaban,
con sus lazos entre-rojos,
y con su tela estampada
Querubín que era testigo,
de la que fuera su infancia,
cuando reían esas niñas
con broches y con solapas
Reían tanto las niñas,
lacónica le recordaban,
canciones, reinos perdidos
la nostalgia las contemplaba
Y el reloj, de péndulo lento
en su caja lenta oscilaba
en mudo compás del tiempo
que ya no espera nada
Seguía ella en esa silla
de enea vieja y cuajada
débil su llama de espera
mientras lenta se apaga
- Autor: Javier P (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de abril de 2016 a las 05:29
- Comentario del autor sobre el poema: Los últimos días de mi abuela. Que en sus últimos días, ya enferma, miraba por la ventana, desde su silla, cómo pasaba la gente , cómo jugaban las niñas.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 114
Comentarios2
Hermoso poema.
Descriptivo, sentido, profundo.
Un sentido homenaje a tu abuelita.
Siempre es un placer leerte amigo.
Un abrazo
Kavi
Muchas gracias amigo Kavi pot dejar tu comentario!
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