Niña: Valentina

Tratábamos de una carta lejana y sencilla, que ella comprenda y yo desespere.

Querida niña. Te escribo llena de una gran nostalgia y de tu inocencia calma que abriga mi recuerdo que acordamos aquella tarde de verano, bajo el árbol de aquellas dulces y jugosas naranjas. Hace lluvia, nos inunda, y nos congela para abrigarnos juntas, mi niña

 Tu voz tan lejana y extrañable se siente en los pasillos de este túnel al que es difícil encontrarle su salida. Un barco pesquero hace más ruido que tu voz, y el ladrido de los perros pueden despertarme más que vos. Lejana niña, donde te encuentras?     

Las aves se hacen ver a lo alto, y yo las puedo observar tan bajo que hasta si quisiese las podría tocar y amar más que a vos niña, tan lejos estás. Sabias que sos mi niña preferida? Te prefiero  más que el café de la mañana y los mimos de una noche. Y eso me conforma quizá mas un abrazo y tu timbre vocal.

Si supieras las noches que te pienso y te pienso y no logro enfocarme en mis tareas, por que vos niña, y solamente vos llegas a  entenders el amor que te tengo. Y te quiero..

Hoy tengo la necesidad de sentirte y abrazarte como viejas épocas en que tomabas mi pulgar y yo fotografiaba el momento, para si llevarte en lo más alto de mi memoria y hoy recordarlo con imágenes o con tu propio calor corporal que lo siento en este momento, acelerando mi corazón por la sensación que lograste hacerme sentir, y sabes que? Me sentí elegida y me sentí querida.

Y hoy tengo el agrado de tenerle a las distancias, a las promesas, a los deseos, y los encuentros que al chocarnos frente a frente reímos del momento trascendental que nos une para querernos por siempre.