En Calabozo la palma
se estremece con la brisa,
que irrumpe por las ventanas
y trepa por la cornisa,
para morirse en la calma
que me prende a tu sonrisa.
El abanico del viento
sopla entre los chaparrales,
y con paso torvo y lento
atraviesa los raigales,
de la espiga que es sustento
y dora los arrozales.
Cuando el crepúsculo cubre
a Calabozo en su manto,
una chicharra descubre
lo sublime de su canto
y en el ocaso de octubre
rasga el cielo con su llanto.
Mi Calabozo en las noches
se viste de terciopelo,
para formar un derroche
de caricias y desvelos,
y titilan como broches
sus estrellas, en el cielo…
Franklin Joel Blanco Aparicio.
Villa de Todos los Santos de Calabozo.
Venezuela.
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Autor:
franklin blanco (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 27 de abril de 2016 a las 09:46
- Comentario del autor sobre el poema: Siempre son pocas las palabras para agradecer a Dios por todo lo que nos ha dado, a mi me dio la vida en este pequeño pueblo y se lo agradezco, siempre serán también pocas las palabras para escribirte y recordarte Calabozo.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 174
- Usuarios favoritos de este poema: Lebusla, jarablanca
Comentarios1
Muy buen poema.
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