Acordaron encontrarse
en cada atardecer.
Desde entonces
sus ojos se posan
en el infinito más profundo
con la certeza de cruzarse.
A veces, colmados de recuerdos.
Otras, de sus gargantas brotan
los poemas más tristes.
A veces, el cansancio de no verse.
Otras, se vislumbran
sus sonrisas entre sombras.
En cada atardecer: Ellos.
La mirada que no miente.
La esperanza que no cesa.
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