BARBARITA RONDÓN

Lcdo. Breidy Antonio Lara Abreu

Al enterarme no pude evitar
que me invadiera una gran emoción
el día en que ella fue a presentar
su testimonial y vivencial publicación 
acompañada de su afortunado y orgulloso Papá
en la “FILUC”, en el imponente y solemne salón
I.G.D.L.V, donde fue el conversatorio magistral
de la Joven Escritora María Bárbara Rondón.

Barbarita es una Joven sin igual
a quien el Creador del Universo dotó
de un don por demás especial
siendo ella, especial por condición
de una inteligencia y tenacidad
que son un incontrolable ciclón
mientras aprende, quiere saber màs
es un Ser de exquisita Creación.

Sus hermanos, Adriana su Mamá
y Su Padre Cesar Miguel Rondón
la han sabido motivar y encausar
con Paciencia, Ternura y Amor
pues María Bárbara, es lo mejor
que en la vida les ha podido pasar
por eso todos los días al Creador
unidos infinitas gracias le dan.

Barbarita se da el lujo de hablar
tres Idiomas a la perfección!
no hay barreras que no pueda sortear
de su diccionario está excluido el “NO”
es un mar inmenso de positividad
con su carisma, dulzura y candor
esta Joven con tan corta edad
ha alcanzado, fama, gloria y honor.

“Es poeta, bloguera y productora audiovisual
en la radio asiste a su papá, César Miguel Rondón
es consejera de jóvenes con discapacidad
pero lo que realmente es su verdadera pasión
es el poder ayudar a los demás
ella no se siente especial por su condición
por las muchas cosas que hace en su vida, se siente especial
Señores así de sencilla es Barbarita Rondón” 

Por eso fue que mi pluma quiso plasmar
estas sentidas líneas a este milagro de Dios
porque seres así de especial
hacen que este sea un mundo mejor
gracias a Dios también voy a dar
por esta maravillosa y bella creación
esta joven por demás sin igual
la novel Escritora María Barbarita Rondón

Lcdo. Breidy Antonio Lara Abreu
El Tigre – Estado Anzoátegui, 17 de abril de 2016

(*) FILUC. = FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO UNIVERSIDAD DE CARABOBO.

(*) I.G.D.L.V = SALON INCA GARCILAZO DE LA VEGA DE LA FILUC.

Ver métrica de este poema
  • Autor: El Hijo de la Rosa (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 2 de mayo de 2016 a las 09:24
  • Comentario del autor sobre el poema: http://prodavinci.com/blogs/mi-hija-barbara-por-cesar-miguel-rondon-un-fragmento-de-soy-barbara-y-soy-especial/ Mi hija, Bárbara; por César Miguel Rondón // [Un fragmento de ‘Soy Bárbara y soy especial’] Por César Miguel Rondón | 26 de noviembre, 2014 Cuando coloqué en el pecho de Adriana el cuerpecito de Bárbara recién nacida, de inmediato nos dimos un abrazo largo y muy intenso. Entendíamos ella y yo que con esa criaturita entre nosotros comenzaba una nueva vida para la que no estábamos preparados, una vida que jamás habíamos ni siquiera sospechado. Con un miedo inmenso ante el descomunal reto que teníamos por delante, llegamos a una primera conclusión: los niños Down son, en primer lugar, «hijos Down». Es decir, los padres no tenemos otra alternativa que asumir el desafío que nos impone la vida: es nuestra hija y por ella todo, así no sepamos qué es lo que tenemos que hacer y, mucho menos, cómo hacerlo. Después el hijo Down tiene que convertirse en un «hermano Down». En otras palabras, los hermanos tienen que asumirlo como uno más de la familia, con todas sus diferencias y limitaciones. Quererlo de manera entrañable y sin renuncias, sin que jamás ese amor verdadero y espontáneo resulte pesado, todo lo contrario. Ya después, nos decíamos Adriana y yo, el hijo Down y el hermano Down, se convertiría también en el sobrino Down, en el primo Down y con suerte, pensábamos tragando grueso, hasta en el amigo Down. Todo esto suponía que a la familia le tocaba ahora un camino escarpado, lleno de incertidumbre y dificultades. Y no nos equivocamos, no resultó fácil criar a una niña Down y mucho menos en la muy cerrada sociedad venezolana de hace veintinueve años. Pero sí nos equivocamos en algo fundamental: si como dice el refrán popular «todo niño nace con un pan bajo el brazo», todo niño Down nace, además, con una bendición especial, inmensa y luminosa, que baña a todos los que lo rodean. Muy pronto comprendimos que la presencia de Bárbara había cambiado nuestras vidas, pero las había cambiado para mejor. Nuestra familia toda se hizo más cercana y solidaria, aprendimos a valorar lo que antes dábamos por gratuito e insignificante, y entendimos que la vida es una celebración cotidiana donde todos los esfuerzos siempre tienen una recompensa, por minúscula que esta sea. Por Bárbara aprendimos todos a no cansarnos ni rendirnos y, sobre todo, a agradecer. Nuestra amada hija Down resultó una entrañable y necesaria hermana, una sobrina y prima adorable y una amiga maravillosa a la que todos buscan y quieren. ¡Cómo tiene amigos esta muchacha! Este libro da el testimonio vívido y emocionado de Adriana, Floralicia y sus cuatro hermanos, César Ignacio, Victoria, Andrés Miguel y María Antonieta. Pero ha podido extenderse sin límites en los testimonios de todos los que la han conocido y han compartido con ella a lo largo de estos veintinueve años. Y es que nadie queda igual, indiferente, una vez que Barbarita ha entrado en su vida. En aquellos días de junio de 1985, cuando la confusión, el miedo y la incertidumbre nos invadían en los pasillos del Centro Médico de Caracas, mi papá, que llegó tarde a conocer a su nieta pues era el Embajador de Venezuela en Panamá, me apartó a un rincón y me comentó, poniéndome solidariamente la mano en el hombro: «Tranquilo, hijo, ella siempre será feliz». Pensé que lo dijo como un mero consuelo, o que, intuyendo que en tanto Down sería una persona que viviría al margen de las grandes tragedias y dolores de la vida, estaría resguardada por siempre de los latigazos de la tristeza. Como fuera, mi papá acertó, pero se quedó corto. Barbarita no solo es la persona más feliz que conozco, sino que contagia y transmite a raudales esa felicidad a todos los que la rodean. Gracias a Bárbara, nuestra cotidianidad está llena de carcajadas que estallan inesperadamente en medio de la frustración o el abatimiento. Su sentido del humor, ácido, agudo e inteligente, es un magnífico lubricante para el ánimo. Y de ella, también, el abrazo, la caricia y el silencio cuando son necesarios. Con Barbarita siempre viene una frase oportuna para quebrar el desaliento, la desesperanza. Lo digo y me lo digo constantemente: si las personas tuvieran apenas un cuarto de la autoestima de Bárbara, la vida fluiría plácida y liviana, sin dificultades. Superado el susto de hace veintinueve años, todavía no sé cómo agradecer suficientemente su existencia. Caracas, septiembre de 2014
  • Categoría: Familia
  • Lecturas: 14
  • Usuarios favoritos de este poema: Hugo Emilio Ocanto
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