En su oda diaria al alimento
Este es el fruto que más celebra
sin saber todavía que a aquella actriz rubia
le gustaban las blancas.
Sin saber que aún existía
otra delicia,
exquisitez mayor
escondida también bajo tierra.
Quizás porque son tesoros y escasas
o rudas o terrosas,
diminutas y tufosas…
ella las adora.
Y las cocina despacio para luego
saborearlas a igual ritmo. Y piensa en el poder
de la exclusividad,
época nuestra
en que los diamantes
también se comen.
Mientras los cerdos entrenados buscan
con arte y experiencia
delicias que
nunca serán para todos
son tan costosas…
las negras, las blancas
y quizás las rojas
escondidas en las minas
a las que no llegan los cerdos
no son suficientemente
valientes.
Suficientemente capaces.
Para esto hay esclavos
que capturan lo que después masticas.
Y ríes, y echas el chicle
Para volver a comer
Escondida detrás del papel.
Pues no importa…están tan lejos
¿Y si no es verdad? ¿Y si son inventos disparatados?
Mi casa es grande y cómoda,
mi pantalla me separa del mundo injusto que comentas.
Tengo suficientes trufas
con que alimentar A mis hijos.
Mi coche es rápido y mi trabajo estable.
Soy mandrágora en mi propia tierra
pues mis raíces como veis, me delatan.
Mi marido no me abandonará
y las flores crecen en el jardín,
porque las cuidamos.
Y mi psicoanalista me cuida a mí
Y mi familia vale oro.
Así me he currado mi futuro,
a golpe de hoz
Sin deberle nada a nadie
Y mi perro, adorable,
ríe con su enorme lengua
colgando.
Y mi, Mi,
MI
Entendamos la cadena. No te comprendo
No te esfuerces tampoco en hacer que entienda
No quiero
Oír
Ni sufrir
Vine al mundo a vivir por eso
sólo Espero…en vacaciones…
poder al fin
Probar
Las frutas (o eran trufas?) rosas.
- Autor: Rosanna Moreda (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de mayo de 2016 a las 12:25
- Comentario del autor sobre el poema: Publicado en noviembre del 2012 en mi blog: http://rosannamoreda.blogspot.hu/2012/11/trufas.html Aunque parezca algo raro, este poema surgió años después de escuchar una entrevista muy tonta a Gwyneth Paltrow en la tele, donde declaró en un español casi perfecto, que le fascinaban las trufas blancas. La semilla del poema estaba ahí, cómo la sofisticación puede causar tanto placer como ceguera. Y no es que tenga nada contra las trufas blancas, que por cierto me fascinan también. Solo que no me puedo permitir comerlas con la frecuencia de "aquella actriz rubia".
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 19
- Usuarios favoritos de este poema: Armando Luna Pineda
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