Ver el horizonte hasta perder la mirada y dejar que el cuerpo vuele a pasos agigantados guiados por los largos y coloridos hilos que nacen de ese confín. Adueñarse de cada hebra sin soltar la madeja, haciéndola rehén de los sueños para construir la urdimbre de un nuevo sol.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.