La última vez que te escribo

Eras ese demonio vestido de ángel que, casi sin querer, envenena hasta matar.

Eras ese ángel vestido de demonio que conscientemente me envolvía entre sus alas oscuras y traslúcidas.

Quiero que sepas que nuestra historia hoy tiene un final. Que ya no importa si es triste, que ya no importa si es feliz.

Sólo así es como termina este camino interminable.

Mi norte se perdió poco a poco entre la tormenta de tu cordura, haciendome temblar con tan sólo rozar la yema de tus dedos en mi pelo.

Ya no puedo mirarte a los ojos y sonreír, porque sabes que todas mis sonrisas ya te las entregué.

Te entregué todo, ¿qué más quieres?

¿Mi vida? También te la di.

Te regalé mis letras a cambio de un poco de ese oxigeno que me mantenía vivo: tus besos.

"Conóceme" te dije en su momento.

Me conociste y viste lo que era capaz de hacer por estar contigo, aunque no bastó.

Eras mi "necesidad", ya que necesitaba de la perfección para demostrar ser imperfecto.

Me volviste "loco" al desnudar tu alma junto a la mía.

Me desvelé escribiéndote mil versos con mi corazón, obsequiándote mis besos sin ningún motivo ni razón.

Le di al mundo mi "concepto de ti", corriendo el riesgo de que alguien más se diera cuenta de tu simpleza mentirosa y tu complejidad sincera.

Me parecías "rara" por el mero hecho de ser única y especial. Transparente y artificial.

Le grité al universo que soy "tuyo", haciendo que las estrellas se vean afectadas por tu luz. Deslumbrando al sol. Creando el fenómeno natural más hermoso en la vida de este adolescente inconsciente.

Hoy "no hay palabras" para definir lo que estoy sintiendo. Quizás mañana las haya, pero hasta ese entonces, este sentimiento se habrá tomado el primer tren rumbo al abismo de madera y clavos punzantes.

Perdóname, pero esperé demasiado tiempo por algo que sé que jamás va a llegar.

Por eso, cuídate y sé feliz.

Esta es la última vez que te escribo.