Los años no dejan huella en nuestras vidas,
son nuestras vidas las que se rayan al ser vividas.
Arrugas que van creciendo en nuestros cuerpos
al paso de cada historia que vamos viviendo.
Mirar con desaliento esas arrugas
en vez de contemplarlas como un primor
es señal de que la siembra cayó en riscales
y el fruto de nuestros años no maduró.
Si pasas de los treinta y no prosperaste,
no esperes de la vida que te comprenda.
Si en todos esos años nunca creciste,
ahora, día tras día, solo se mengua.
Existen grandes hombres, que más mayores,
hicieron grandes cosas, y serán más,
pero seguro que todos, en menos años,
marcaron su camino hasta el final.
- Autor: Leonor Cuevas Martín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de mayo de 2016 a las 08:18
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 126
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
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