Ésto de obligarse a olvidar,
como un querer suprimir lo dicho,
no se acerca a la quietud.
Es un diálogo a solas;
ver perderse a la mirada
y conservar la vista.
Mis labios, suspendidos,
mecen y consuelan
la culpa que se niega a morir.
Ni tú un recuerdo,
ni yo la sensatez
que predica la biblia de mi honor.
¿Para qué engañarnos?
Tanta mentira sólo puede admitir
una sola verdad.
Pasarás con el tiempo,
aquel que siempre regresa
a recordar lo que no se olvida.
- Autor: Caro - (Avelibre) (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de mayo de 2016 a las 15:26
- Categoría: Triste
- Lecturas: 39
- Usuarios favoritos de este poema: nelida moni, Norberto p.p., Sergio8336, Kevin Barrios
Comentarios1
Original y lapidario.
Muchas gracias por su comentario.
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