Viejo

La vida no te ofreció la oportunidad de tener mucha escolarización, pero hiciste todo el esfuerzo para que sea universitario. El cariño te miraba de reojo en tu familia, pero me criaste lleno de amor. De chico te faltó mucho y a mí me lo diste todo. Respetaste a los de cuello blanco, pero más la defensa de los derechos de tus compañeros. Me hiciste conocer la humildad y que se da hasta que duela. Que nuestra mesa era pequeña, pero que siempre había lugar para un plato de comida más para el que lo necesitaba. Me enseñaste el valor de la amistad, la dignidad y el respeto. A pedir disculpas y a bajar el copete, cuando engreído anteponía mis conocimientos a la experiencia. Esa que te dió la facultad de la calle, la de la dura jornada laboral, la de la mano callosa. Me leías a escondidas, cuándo podías y como podías con tu compañero de ruta, el pucho. Ese que te ahogó los pulmones y te quitó la respiración. Que lleno de humo triste un domingo de mayo. Quisiste ser ceniza para estar alentando y no faltar en 1 y 57. Te lloro con estas palabras, porque las lágrimas estuvieron ausentes para contener a la vieja. Vos me enseñaste que la procesión va por dentro. Te quiero mucho viejo querido. Te voy a extrañar.