Contigo me levanto de la tierra,
traspaso las nubes, las estrellas,
los astros, los luceros, el sol,
los tres cielos y penetro a tu corte,
oh Todopoderoso, sin tener que anunciarme,
sin protocolo, sin guardia,
sin ropaje de castillo, de imperio,
de reyes, de subalterno y de cortesano para
hablar contigo sin lenguaje rebuscado,
fino y altisonante.
No tengo necesidad de pose,
de apariencia o formalidad,
pues tú me conoces más que yo mismo.
A confianza puedo pedirte,
solicitarte, imprecarte y
reclamarte sobre todo cuanto necesite.
Tú tienes el poder, la fuerza,
la capacidad, la facultad y
la habilidad de hacer lo que quieras.
Tú, en tu fuerza, cobijas
y descobijas los cielos,
apagas y prendes las luminarias en las noches y
en los días, mandas y retienes la lluvia,
la tormenta, los huracanes, los torbellinos;
sostienes a la mar y sus olas en las
palmas de tus manos,
enmudeces al viento
y en una carroza de fuego recorres el universo.
¿Quién se esconde de ti?
Sentado en tus alturas mira el centro
de la tierra con sus cavernas, carnes quemadas, prisioneros sufrientes y voces dantescas.
Puedo llegar a ti con el alma herida,
agobiada, sin fuerza; yo, muerto,
desaliñado y sin razón de existir,
retorno renacido, rejuvenecido,
con poder, renovado y lleno de vitalidad y
ganas de vivir.
Mal trueque hubiera sido concederme
los tesoros y privilegios sin
dejarme provisto de ti.
Tengo licencia (porque tú me la diste)
para solicitar lo que me urja.
Cualquier día, hora y circunstancia
puedo pedir porque caiga el agua,
se cierre el cielo, se abran las cataratas,
se detenga el rayo, callen las hondas,
baje el trigo, el maná, la carne y
aparezca el pescado,
calme la sed, destruya al enemigo,
rompa las trampas,
abras las puertas,
cierre los portones,
enmudezca el calumniador,
se sane la herida, venga la paz,
cese la guerra, se devuelva la peste,
se cierre el cráter,
se vaya el demonio y se despejen los aires…
Contigo salto los muros,
sitio ciudades,
desbarato ejércitos,
penetro el fuego,
trepo colinas,
camino sobre aguas, parto los mares,
convierto en sombra el sol,
la oscuridad en lumbrera,
domino la serpiente,
revoco decretos,
destruyo la muerte,
avergüenzo al seol,
arrebato almas y
atravieso los portales del infinito.
Eres más grande que la espada,
que los ejércitos, que los imperios
y que los poderes naturales y sobrenaturales.
Eres la llave que todo lo abre, todo lo mueve y
todo lo cambia.
- Autor: Samuel Santana ( Offline)
- Publicado: 20 de mayo de 2016 a las 12:00
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 60
- Usuarios favoritos de este poema: la cuerva, Ivan Medvedev
Comentarios1
Absolutamente de acuerdo con Usted.
Ivan, Rusia
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