El día en que con mis labios toqué los tuyos,
estalló un volcán infinito de rosas y claveles.
Tenían el sabor de la miel dorada,
olían al sonido del viento y
me rozaron con la suavidad del algodón puro y lanoso.
De pronto, un silencio de santuario adormiló mi ser
y, con su ternura impecable, recorrí el firmamento,
toqué las estrellas, me sonrieron los astros,
conversé con la nada y absorbí tu hermosura,
entrelazando mi ser con tu sangre y tu carne.
He querido escaparme por entre montes,
nieblas y escondrijos de chacales.
Pero me atrapan cual indefensa gacela
en la insalvable red del amor.
Permanecen perennes en mí.
Cuando duermo en la noche, sueño con ellos;
al despertar, siento el aroma de la almendra machacada.
También lo huelo en la tarde lluviosa,
en el turbulento vuelo de un solitario cuclillo,
en el rojo del arcoíris, en la espiga dorada y
en el canto del mar cuando está triste y silencioso.
Ese repentino y furtivo contacto de ensueño sin par,
con su canción de topacio e imagen de terciopelo,
tuvo la magia de abrir mis secretos y
de hacerme el esclavo de tu inmenso cuerpo indomable.
- Autor: Samuel Santana ( Offline)
- Publicado: 25 de mayo de 2016 a las 13:26
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 109
- Usuarios favoritos de este poema: AdViHeBOM, Siomara Henriquez
Comentarios2
Es un Maravilloso poema
Amé la frase: "absorbí tu hermosura" Que hermoso poema.
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