Las estrellas rosadas no caían esta vez,
lo que acontecía no tenía precedente,
quizá era obra divina pasada con estrés.
De oriente a occidente,
la marea se elevaba amenazante
dejando muerte a su paso
matando todo ser viviente.
La inconexa melodía nos envolvía,
nos encontraba y devoraba.
no había escape de esta agonía,
que comenzaba y no cesaba.
Nos tragó el aliento de los gigantes,
azul y sublime como el vasto cielo,
quedamos encerrados, errantes
en esa nebulosa de recelo.
El final se acercaba, podíamos sentirlo.
Muy adentro de nosotros
se encontraba el conocimiento,
los cuentos y los cantos sordos.
El hombre de armadura resplandeciente
nos apuntó con su arma que grita,
Todos sucumbimos en ese instante,
pues se nos borró sin dejar pista.
- Autor: Naujtro ( Offline)
- Publicado: 25 de mayo de 2016 a las 23:20
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 34
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