Yo te percibo en el cristal del reloj,
en las notas negras de un viejo piano,
en el rodaje de las golondrinas,
en las mañanas tibias y en el tono bajo y vago
del viento que da contra banderas de plegaria.
Tu nombre anda con el centellear del relámpago,
con las hondas del mar,
con el humo de las noches,
con el reflejo de la luz y
con el vacío de las aguas de invierno.
Corro tras tu silueta como antílope en el desierto.
Pero te esconde entre sombras de sauces,
bajo peñas partidas;
sin dejar rastros, marcas o señas.
Aunque con fuerza te llamé,
la voz quedó encadenada a una pared.
He preguntado a las
gotas del rocío, a los nardos,
al plenilunio, a la noria,
a los filtrados rayos entre hojas del bosque,
al resplandor del mediodía,
al azul del infinito, al corazón de la tierra
y a la lumbre de la montaña.
Inútil, fútil y banal esfuerzo.
Amor, dime dónde encontrarte.
Estoy exhausto, desorientado,
cansado, triste y sin ti
¿cómo puedo vivir?
- Autor: Samuel Santana ( Offline)
- Publicado: 2 de junio de 2016 a las 09:49
- Categoría: Amor
- Lecturas: 36
- Usuarios favoritos de este poema: nelida moni
Comentarios1
Samuel, hermoso e inspirador tu poema
Saludos
Nélida
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