MI SANTUARIO
En cada uno de nuestros días, el Tiempo, ese tirano miserable,
nos acota nuestros placeres, nuestros planes y nuestras prioridades;
pero hay lugares en los que disfrutamos de paraísos y de tratos amables,
son nuestros santuarios, nuestros templos y espacios, de infinitas eternidades.
***
Quizás, cuando uno está solo, con sus pensamientos, recuerdos y alabanzas,
en su santuario, recibiendo o, sencillamente, dejando pasar tiempos lerdos,
algunos -quizás, en sus propias soledades- comparten iguales esperanzas,
deseando que en sus deseos y pedidos estén presentes sus recuerdos,
que nacieran expectativas para todo ese millón de universos
y que creen estar solos, esperando nuevas compañías,
cada uno de ellos en sus santuarios más diversos,
esperando a alguien que pueda cambiar su día
a día, tornar sus tristezas en alegrías,
recorriendo la vida con una sonrisa,
andar en ella con pausas, pero sin prisas.
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Mientras, aquí, por grande o pequeño que fuera,
somos felices, junto a nuestros amigos, o, simplemente,
junto a nuestras amadas soledades, en cómodas maneras,
esperando estar en paz con nuestras almas, así, sencillamente.
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Como si fuera un viejo, pero bien cuidado y lustroso, arcón,
lleno de preciosos recuerdos que, valiosos, se atesoran
en especiales momentos de gran placer y fascinación,
elegimos y guardamos los mejores, los que se valoran.
***
En mi templo sagrado siento que mi Dios me ha perdonado
los mil y un pecados y tropelías que en mi vida hubiera yo cometido;
solo lo sé porque lo he sentido, cada vez que sentí que Él me ha abrazado
en metafísicos estados en los que me mantuve flotando y, a veces, sumergido,
en las profundidades absortas en donde, Él, ha escuchado mis súplicas y oraciones,
profesando, así, mi propia religión en esta "catedral" que, trabajosamente, he construído
y donde pretendo compartir con los amigos que yo quiero, estas impactantes sensaciones
-no con mucha suerte, lo reconozco-, pero sí con algunos pocos que, sí, me han comprendido.
***
Por eso, todas las veces que inhalo el valioso aire que, imperiosamente, necesito para vivir,
considero que es la respuesta a las plegarias en mi Santuario, al rezo en mis respiraciones
de una vida -envuelta para regalo- que se me ofrece, y a la bendición de aprender a sentir
cómo nos obsequian variadas energías y de entender tanto en mis mentales inmersiones.
***
Bajo el cálido refugio de una antigua lámpara, que con amarillenta luz alumbre
la fiel soledad que nos acompaña en este Santuario, elevamos nuestras oraciones
más sinceras en voz alta o en largos silencios, según sean los motivos y las costumbres
en cómo oramos, en cómo pedimos o según cómo sean nuestras más íntimas intenciones.
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Ahí, manejamos nuestros tiempos, detenemos segundos, y no tienen sentido nuestros minutos;
se nos pasan las horas, los días son eternos y, año a año, lentamente, rejuvenecemos las pasiones;
y cuando tomamos conciencia, festejamos alegrías, elevamos nuestros rezos y cumplimos lutos
de las pérdidas que sufrimos, olvidamos viejos amores, perdonamos y pedimos mil perdones.
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Es donde callamos a vivas voces y gritamos al mundo, en silencio, nuestras alucinaciones;
donde evocamos cantos de sirenas, jugamos con energías y buscamos dioses en potencia,
imaginando idílicas situaciones, despertando de largas siestas en recónditos rincones,
buscando cósmicas respuestas, profundas sabidurías ¡y fantásticas trascendencias!
***
Y en mi Santuario, navego lejanos mares y buceo en los océanos más profundos;
abrazo miles de delfines que no mueren y en soleadas playas se desenvuelve mi vida;
en donde solo existen cristalinas aguas con seres de almas limpias ¡y no hay nada inmundo!
donde, para mí, todo transcurre como si fuera un infinito milenio de una eterna paz indefinida.
***
Eduardo Faucheux
18-08-2016
- Autor: Eduardo Faucheux (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de agosto de 2016 a las 02:06
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema está dedicado a El Pozo, MI cuba de buceo, mi catedral donde aplico mi propia religión y en donde mantengo la comunión conmigo mismo y en donde mi Dios personal me encuentra -y yo a Él-. Y siento la necesidad de explicar lo que digo: a partir de una idea egoísta, que era construirla para mi uso exclusivo, la mitad de mi vida estuvo centrada en ese sitio. Fue el lugar que me enseñó a no rendirme, a vestirme de esfuerzo y sacrificio, a sufrir en silencio y soledad, a convivir con mi imaginación y a apreciar y paladear la inteligencia con la que fui bendecido. Ahí, mi imaginación fue puesta a prueba día a día; mis sueños se mecieron entre las nuevas ideas geniales y los proyectos faraónicos que quedaron en "el tintero" de los deseos. Es mi Santuario donde ofrecí mis sacrificios a mi Dios, con sangre, sudor, lágrimas, dolores, caídas, frustraciones y desánimos. A cambio, Él me devolvió la capacidad de aprender a empezar de nuevo, a no bajar los brazos, a entender la Aceptación, a crecer en conocimientos a fuerza de fracasar, a degustar la pasión por enseñar, a recibir los honores del agradecimiento de mis alumnos y la emoción y abrazos de quienes lograron superarse en los desafíos y, principalmente, a entender que la Soledad es una muy buena amiga y compañera. El Pozo, mi santuario, ha sido mi "burbuja", mi nave espacial, mi máquina del Tiempo, mi Santo Grial, mi Ave Fénix, mi vientre materno, mi iglesia privada en donde aprendí a orar, mi Cosmos predilecto en el que me conocí a mí mismo, mi musa inspiradora origen de casi todos mis poemas. ¿Qué más pedir a la vida, sino un santuario personal de esta dimensión? Es el summun de la vida que cualquiera puede desear, pero no muchos alcanzar.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 139
- Usuarios favoritos de este poema: un poeta lirico
Comentarios1
Aunque sigas escribiendo-y éso espero-, este poema es como el broche de oro de tu obra. ¿Qué más pedir a la vida, sino un santuario personal de esta dimensión? Es el summun de la vida que quienquiera puede desear, pero no muchos alcanzar. Felicitaciones por ello, y por compartirlo. Saludos, Eduardo, que lo estés pasando de lo mejor.
Hay Uno solo que sabe si seguiré escribiendo... mientras no disponga lo contrario, seguiré.
Es cierto, Melba. Me siento bendecido y agradezco tener ese espacio -mi Catedral- en donde soy feliz.
¡Gracias por el comentario!
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