EL ORGULLO Y LA HUMILDAD
Discutían en singular porfía,
El obstinado Orgullo y la humildad,
De lo importante de ser celebridad
O vivir un tranquilo día a día.
Don Orgullo lo hacía a grandes voces
Y escuchándose, ufano de sí mismo,
La humildad con sencillez y realismo,
En voz baja, enemiga de los roces.
Defendía, el primero que, en el mundo,
Sólo existen dos tipos de personas,
Unas que vienen a pintar la mona,
Fracasados que habitan el submundo,
Y otros que son claros vencedores,
Que poseen la fama y la riqueza,
Y arremetía, con extrema dureza,
Contra los que él llamaba perdedores.
“Se puede ser modesto y ser honrado”
Decía la humildad con vehemencia,
“Que no siempre va unida la decencia,
A la riqueza y al lujo alcanzado”
Y Don Orgullo, con muy poca paciencia,
Y prestando muy poquita atención,
Airado y cargado de razón:
“Donde hay felicidad es que hay solvencia”
Y, después de muchos argumentos
Sin llegar a ninguna conclusión,
Casualmente, hizo allí su aparición
La Cordura, metiéndose en el cuento.
Como vio que no había solución
Pues Don Orgullo estaba empecinado,
Intentó ser de ambos del agrado
Actüando como el rey Salomón.
Muy serena le dijo a don Orgullo:
“No está bien que presumas de valores
Que claramente son los precursores
De la soberbia”, y se hizo un gran murmullo.
“No son signo de la felicidad,
Mejor es que presumas de tu gente,
De tus ancestros, de ser inteligente,
De aquellos que te dieron su amistad…”.
“No está la felicidad en lo que tienes,
Está más en lo que eres y en lo que haces,
Y aunque lo que tienes te satisface,
No lo podrás llevar si tú te mueres”
Y después dirigióse a la humildad:
“Y tú, atiende bien amiga mía,
Será tu falsedad, hipocresía;
No niegues tus valores de verdad”.
“Y manteniendo la soberbia lejos,
Que nunca fue buena compañera.
Practica la modestia verdadera.
Ten muy en cuenta este buen consejo”.
Y después de recapacitar,
Don Orgullo se sintió avergonzado,
Teniendo este consejo por bien dado
Y prometiendo que iba a cambiar.
Y la humildad levantó la cabeza
Admitiendo que aquello era verdad,
Y prometiendo su sinceridad
Para dotar a sus actos de nobleza.
Consiguió, con su consejo, la Cordura,
El equilibrio, que a veces nos falta,
Para mantener la cabeza alta
O bajarla alguna vez, con más premura.
Mayo de 2016
Jose Cruz Sainz Alvarez
- Autor: donrevis ( Offline)
- Publicado: 3 de junio de 2016 a las 05:40
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 467
- Usuarios favoritos de este poema: Maria Hodunok., Lita_81, Genaro A. Cancino
Comentarios3
Como Don Orgullo, era nato en sus destrezas, se dio cuenta de que no importaban las verbales saetas.
Comprendió de lo que era capaz, y su humildad no se hizo esperar.
Aunque todos le juzgaban por ser tan mordaz, a Doña Soberbia, enseñó a diferenciar.
Y, otra vez, aunque el escrito os lleva a un aprendizaje, siempre habrá algo, que un taimado señale.
Junio de 2016
Black Lyon
Amigo Blacklyon, muchas gracias por tu visita a mis letras.
Un saludo
Estupenda mezcla de slegoria, fàbula y casi , pequeño auto sacramental.
Perfectamente representable teatralmente.
Y qué buena reflexión...
Cono siempre "en el punto medio está la virtud" y finalmente la sensatez prevalece
Una delicia
Enhorabuena , mi amigo y paisano
Begoña
Amiga mía muchas gracias por tu visita y tus amables palabras
Un salufo
Una gran reflexiòn, poeta.
Cuanta enseñanzas nos dejàs en estos versos tan reales.
A todos nos pasa que tenemos que apelar a la cordura para poder ver mejor las cosas.
Excelente mensaje con una intensa moraleja.
Mi admiraciòn.
Y mis cariños siempre.
Amiga María, a mi forma de entender, no hay mejor compañera que la cordura en todos nuestros actos.
Esta es una reflexión que refleja mi experiencia personal en muchas ocasiones donde te ves tentado a dejarte llevar por el orgullo y la soberbia.
Muchas gracias por tu puntual presencia y tus amables comentarios.
Un fuerte abrazo
La soberbia es el peor de los pecados.!!!!!
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