Enilda y el hada de las piedras (Cuento)

Diaz Valero Alejandro José

Cuentan que en un viejo pueblo a las afueras de una ciudad vivía una niña llamada Enilda. Cerca de su casa había una inmensa cantera de donde los pobladores extraían inmensas piedras para llevarlas a la ciudad y hacer uso de ellas de distintas maneras.

.

Mamá ¿porqué las piedras son tan rudas? preguntó ella su madre

.

¡Las piedras son fragmentos de materia mineral, por eso son muy duras! respondió su mami muy amorosa

.

Mamá ¿las piedras son duras por dentro y por fuera? Volvió a preguntar Enilda

.

Sí hija, las piedras son duras por todas partes

.

Mamá ¿las piedras son hermosas? Preguntó Enilda, esta vez  con aires de curiosidad

.

Bueno hija, en realidad su belleza depende de la persona que las mire. Una piedra puede ser un arma que te defienda de tus enemigos y aunque no sea tan hermosa, la verás hermosa. Una piedra puede servir de apoyo para soportar algún peso, en este caso su valiosa utilidad te hará verla bella.

.

Mamá ¿qué podemos hacer si queremos que las piedras se vean siempre hermosas?, preguntó Enilda como para dar por terminada la conversación con su madre.

.

Hija, en verdad no sé cómo podría hacerse. Te cuento que cuando niña escuché decir que había un hada de las piedras. Si algún día la ves, hazle la pregunta y tal vez ella pueda darte una mejor respuesta, contestó su mamá y se retiró a la cocina a seguir sus labores domésticas.

.

Enilda se quedó pensativa, imaginando cómo sería aquella hada y dónde podría conseguirla para hacerle la pregunta de cómo hacer para que las piedras se vean siempre hermosas.

.

Cada tarde la niña salía al jardín y buscaba entre los matorrales donde había piedras a ver si encontraba al hada cerca de ellas. Después de largas horas de búsqueda, Enilda regresaba a su casa para volver al día siguiente con la esperanza de verla.

.

Una mañana Enilda pensó que el lugar donde había más piedras era en la cantera y seguramente allá debería estar el hada que tanto buscaba. Y así fue, apenas llegó a la cantera, allí sentadita justo sobre una piedra, estaba el hada. Lucía un vestido color arena y unos zapatos brillantes de color anaranjado, además de una hermosa sonrisa.

.

¿Tú eres el hada de las piedras? Preguntó Enilda

.

Sí, yo soy, contestó el hada

.

Quiero hacerte una pregunta a ti que sabes tanto de piedras ¿podrías decirme cómo hacer para que las piedras se vean siempre hermosas?

.

Para responderte esa pregunta debes darme el nombre de una persona que viva en el pueblo y que sea muy trabajadora, dijo el hada

.

¡Mi papá, mi papá! Respondió Enilda rápidamente

.

El hada de las piedras sacó su varita mágica, apuntó con ella en dirección al pueblo y un destello brillante como polvo de estrellas salió por el aire en dirección a la casa del papá de Enilda.

.

Cuando llegó a su casa en horas de la tarde encontró en el frente una hermosa escultura hecha de piedra que representaba un águila con las alas abiertas y le pareció tan hermosa esa obra de arte esculpida en piedra que hasta parecía real. Lo más curioso de aquello es que todo el que pasaba se detenía a mirarla y a comentar su belleza.

.

Al entrar a su casa, Enilda vio muchas esculturas, todas hermosas por cierto. Cada una representaba curiosas formas de animales salvajes, del sol, la luna, libros y hasta rostro de personas interesantes.

.

Al día siguiente Enilda fue de nuevo a la cantera a dar las gracias al hada de las piedras quien la recibió de nuevo muy sonriente.

.

¿Cómo has hecho que las piedras se vean hermosas?

.

El hada respondió: “Le envié mis poderes a las manos de la persona que me indicaste y le di dotes de artista para que esculpiera las piedras convirtiendo su aspecto duro y sin forma en una hermosa escultura que lucirá su belleza a todo aquel que la contemple”.

.

Y así desde aquel día comenzaron a existir hermosas esculturas de piedras dándole belleza a las duras rocas por obra mágica del hada de las piedras que quiso complacer a una curiosa niña llamada Enilda.

----------

Autor: Alejandro J. Díaz Valero

Maracaibo Venezuela

 

 

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.