Se conocieron, se hablaron, todo parecía perfecto, el cielo claro, la luna llena, y dos que tres luciérnagas adornaban su cabello.
-Al poco tiempo tome su mano, roce mis dedos en sus palmas, camine tan cerca y la piel se sonrojaba.-
Sus mejillas, ¡sus mejillas! Son suaves pastizales de vida, -sus palabras me llegaron en lo tierno y en lo prohibido- simplemente la quería, ¡cuánto la quería!
¿Y como es el tiempo junto a ella? Pues sencillamente ya no hay tiempo, todo es relativo, el querer se vuelve alma y el alma se vuelve vida. Y mi vida es su vida.
Entonces llego el día, que su tierna madre obligó la despedida. -
Sus manos las recuerdo y sus palmas y sus risas, y todo lo hermoso de la vida y ¡la vida! Y la vida sin sus risas ya no es vida.
Camine bajo la noche y el recuerdo me persigue, las aves de aquel entonces volaron sin descanso, fue tan dura la partida que mi mente no la olvida.
Se conocieron en verano y en otoño la despedida.
- Autor: klever eduardo jimbo paladines (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de junio de 2016 a las 00:21
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 61
- Usuarios favoritos de este poema: anbel, nelida moni
Comentarios1
Muy lindo 🙂
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.