Abrazada por el crepúsculo de los asustados,
ella llegó junto al viento de otoño.
Supe que venía de lejos,
pues enredado en los mallugados pies estaba el
polvo de los desiertos enjaulados.
Su rostro conservaba el sudor cuajado y
una cansada incertidumbre lóbrega.
Era la mariposa de los juncos deshabitados y
de las noches de insomnios cuyos acordes
rompieron manos salobres.
Huía de la casa abandonada por la madre descalza,
azotada por el infame verdugo del rastrillo de acero.
Llegó con la angustia de la gacela horrorizada por
sombras en valles cuarteados.
Charcas tenebrosas enchumbaron sus vestidos,
serpientes mordaces la escupieron,
relámpagos repentinos despedazaron sus brazaletes,
piedras desorientadas quemaron sus manos y
ramas anatemas destejieron la cabellera.
En los puertos desquiciados,
marineros salvajes la secuestraron y,
con sus garras de bandoleros impíos,
borraron los lunares que como estrellas el Creador
plasmó a lo largo de su ondulada espalda.
Mi cama le di y sus heridas curé con el óleo de mi olivar.
Las lágrimas incesantes las empapé de nardo y
en la blancura del pañuelo secreto sigiloso las oculté.
Una mañana,
cuando amanecieron las aguas del vórtice sideral,
tomó mi diestra y largamente sobre mi clavó la mirada.
En sus ojos vi los huecos marchitos del destino
contrariado, el zigzagueo de los días turbios,
el espanto de la peonía,
el tumulto de los tiempos iguales,
el ronquido de los ataúdes secuestrados,
el lamento de un pirata sin mar,
la música apagada en las plumas de los pájaros,
la negra cruz del horizonte partido y el
peregrinar de una estrella sin arpa.
Puse el silencio cerca de sus oídos y,
con la paz de un sueño muerto,
liberé las palabras de los peces dormidos
en los diluvios agujereados.
Cada año,
ella puntualmente regresa con el humo de
los techos apagados para,
imbuida en ternura,
entregar el beso apaciguador de la
melancolía dejada por su insalvable partida.
- Autor: Samuel Santana ( Offline)
- Publicado: 12 de junio de 2016 a las 10:59
- Categoría: Amor
- Lecturas: 34
- Usuarios favoritos de este poema: nelida moni, Maria Hodunok.
Comentarios1
Que historia tan extraordinaria, escrita en poema.
Fuertes y contundentes tus letras.
Siempre un honor leerte, poeta.
Saludos sinceros.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.