Una propuesta

Samuel Santana

Señora, con el sonido del silencio

quiero hablar con usted.

Quiero decirle que en el corazón

sufro su desamparo y soledad.

Las noches llevan hasta mi el dolor de

sus lágrimas, de su angustia y el olor

de su piel huérfana de ternura.

La he vigilado cuando busca aliento entre

versos, en la canción olvidada,

en retratos pálidos y en el olor de las begonias

 del corredor semioscuro.

Soy esa luz tenue que se filtra por la ventana y

 que cae en el centro ancho de su túnica de seda.

Mientras suspira ante el pasado y las heridas,

la anhelo, la sueño y me pierdo en

 la penumbra de sus ojos húmedos.

Ábrame la puerta y permítame componer

las brasas apagadas, rocíar los claveles marchitos,

 alimentar el canario, traerle el pan del horno,

 limpiar el césped, preparar su té favorito y

enjugarle el alma adolorida.

Quiero cuidarla y amarla con este eterno

 amor recóndito.

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