Con el ígneo color de un amanecer se vé el sol claro tras la montaña verde. El cielo azul como el del color claro con las nubes alrededor, es un día fastuoso, hermoso y tan ingenioso. Gerundio dió a conocer su más reciente adquisición en su hogar entre el valle del Huno y la montaña del Gruno. La casa del árbol anaranjado, un mundo aparte dentro de una casa. La puerta parecía un tronco alto, erguido, tosco, y recio. El hombre que se apodaba “El Franco”, quiso tener una casa en su árbol anaranjado. Anaranjado, porque era un flamboyán enano, donde en el pueblo era el árbol más codiciado. Y así, se enaltece su poderío en la zona, por tener un árbol así. Y así, comienza la historia. El Franco busca talar un árbol, y se dice para así mismo, -¿cuál es el mejor para mi casa en el árbol anaranjado?-. Y se adentra en el bosque del Vinolo hasta llegar en donde se encuentran muchos árboles de los cuales se dice que son para la tala y de ellos construir cosas. Se advierte que en el bosque existen duendes raros, mágicos y extraños. El Franco, no le hace caso a rótulos en medio del bosque que advierten del cuidado de estos duendes pequeños. Y se hace un extraño y determinado encuentro entre el árbol, el Franco y estos duendes. Y se hace invisible, el Franco, por los duendes tan extraños en medio del bosque del Vinolo. Él, tala los árboles en cuanto a calidad y a cantidad de la madera que necesita para elaborar su casa en el árbol anaranjado. Y el Franco, se hace tan notable, que casi despierta el interés de algunos animales en medio del bosque. Por el mero hecho de ser tan visible por ser presa de estos animales exóticos. El Franco, se hace tan notorio que no se da cuenta que los animales lo acechan. Tanto es el encantamiento de estos duendes que lo acechan con demasiada abundancia de su poder para protegerlo de ser presa de estos animales. El Franco se debe a su imaginación, por fraguar lo que es la casa en el árbol anaranjado. Y no se percata de cómo es ese encanto de los duendes. Y se da cuenta de que alguna mirada lo persigue.
Cuando el Franco, vé a un duende y se imagina su casa en el interior del árbol.
-¿Cómo esta usted?- pregunta el duende…
El Franco se da una vuelta y cae encima de la madera, sentado.
-¿Eres un duende?- pregunta el Franco…
El duende se hace el misterioso y acecha con mirarlo fíjamente a los ojos, y hace una magia entre el Franco, la madera y, por supuesto, él.
-Sí, soy un duende mágico de este bosque tan inmenso y lo conozco de punta a punta. Es mi hogar desde que nací aquí, mi familia y yo. Nadie viene a visitarme ni verme, porque no conozco a nadie.- dice el duende…
El Franco atónito y asombroso, queda inmensamente encantado con el poder mágico de este duende llamado Fuyito. Fuyito se presenta y dice:
-Estoy enamorado de la princesa Lorita y ella de mí, pero no me hace caso y soy muy infeliz-, dice el duende…
El duende se desvanece entre los árboles, y se disipa entre los arbustos. El duende le deja una marca, como una herida profunda en la mano izquierda. El Franco, sólo continúo su labor en talar el árbol. Se olvidó por completo del duende. Y así, quiso hacer, elaborar y construir su casa en el árbol anaranjado. Fue hasta su casa entre el valle Huno y la montaña del Gruno. Se debió a que en la madera traía los duendes mágicos y toda la familia de Fuyito. El Franco, tan notable como el roble, elabora los planos para su casa en el árbol anaranjado. Y decide que será de color amarillo, para que el ambiente sea de color. El Franco la construye, a su forma, manera y gusto e invita a sus vecinos a celebrar con él, el logro tan intenso de adquirir una nueva casa dentro de su propio hogar.
Llega la noche en tinieblas, oscura, y desolada. Los duendes yá saben del tiempo en intemperie por ser nacidos, y haber vivido por mucho tiempo en el bosque de Vinolo. El Franco, llega a su dormitorio y observa la casa del árbol anaranjado por su ventana. Y tambalea la casita de un lado a otro por las fuertes lluvias, cencios, niebla, y viento. Y se dice para sí, -esto será pasajero, será por un momento, casita resiste, por favor-. Y Fuyito lo observa desde la ventana de la casita del árbol anaranjado. Y dice: - ay, Franco, estoy aquí en esta casita protegiéndola con mi poder mágico-. La casita se mueve tanto y tanto, que casi vá a caer y los duendes salen notables y visibles porque la lluvia los empapa y los pone visibles. Los duendes hacen un rito cultural, para deshacer el tiempo y que se disuelva la lluvia en niebla. El poder de su dios, los hace más poderosos aún. Y la casita soporta el temporal, menos las ramas del árbol quedan en hojas secas como en el otoño en que se encontraba la estación del año. Es otro día y renace un nuevo sol. Es un nuevo día, claro como el sol diario en la rutina diaria en el hogar de el Franco. Y los duendes aún duermen. ¿Cómo es posible que el Franco no se de cuenta que existen los gnomos?. Si viven en la casa en el árbol anaranjado y de color amarillo. Fuyito se dice para sí, que… -”quiero decirle a Franco que existo y que vivo aquí en su casa en el árbol anaranjado”-. Fuyito se dice que es un duende muy astuto, audaz y tenaz. Fuyito baja las escaleras de la casa de Franco. El Franco estaba leyendo un libro titulado “El Cielo de Cristal”, estaba muy interesante, porque estaba muy serio e inmiscuido en la lectura. Fuyito busca y busca que el Franco lo observe, otra vez, como en el bosque Vinolo. Y Fuyito, decide hacer de su magia dotada, hace un hula hoop en su cintura y hace piruetas y magia y fantasía. Franco queda inseguro de lo que sus ojos observan y pregunta otra vez:
-¿eres un duende?-, dice el Franco…
Y Fuyito con sus piruetas en el suelo y frente a él, hace de sus ademanes más sensibles y autónomos…
-sí, soy un duende, ¿no te acuerdas de mí, soy Fuyito?...-
El Franco dudoso, pensativo e ingenioso, decide conversar con Fuyito.
-¿qué quieres Fuyito?-, dice el Franco…
-quiero ser tu amigo y ser tu compañero de casa-, dice Fuyito…
El Franco, imaginativo, piensa y recuerda cuando taló la madera en el bosque de Vinolo, y que vió un duende y llamado Fuyito…
-ah, vives en la casa en el árbol anaranjado de color amarillo-, dice el Franco…
-sí, vivo ahí, hice magia cuando talaste la madera de roble y llegué hasta aquí, tu casa en el árbol-, dice Fuyito…
El Franco queda anonadado y pensativo, y sí, quiere ser su amigo, por qué no. Él, dice que desea ver su magia y que quede como símbolo entre la amistad y él. El Franco, quiere saber qué le trae hasta aquí. Fuyito, en su naturaleza de gnomo aventurero decide ser el misionero de la vida de el Franco. El Franco no se percata que es una magia, de su propia imaginación, que no existe ningún duende ni un tal Fuyito. Y es que la herida de su mano izquierda se le introdujo un alacrán de la madera de roble y es por eso que su imaginación vuela y vé extrañas cosas hasta un duende llamado Fuyito. Y es que el veneno tan letal y mortífero lo hace imaginar. Decide, desinfectar la herida con alcohol, porque aún le dolía en su mano y siente un punzante dedo en su espalda que lo señala y es Lorita, la duende, amor de Fuyito. El franco dice: -¿dos duendes?, wao-. Y no logra desinfectarse la mano, y se atreve a decir que es una imaginación de su cabeza y es así y logra darse cuenta que es tan invisible por el tacto de estos duendes como ellos mismos.
Moraleja:
“No todo lo que brilla es oro”.
“Ni todo lo que piensas e imaginas es la realidad”.
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de junio de 2016 a las 00:08
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 204
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