Cuando escribes,
tus versos son como llamas quemando mi alma.
Encadenado estoy a tus estados.
No soy más que una blanda hoja
sin fuerza para sobreponerse a su destino.
Tus lágrimas me ahogan y
el eco de tu tristeza me deja sin sueño en las
noches de los silencios espantados.
Estoy tan en ti que camino en los
intersticios de tu espíritu,
de tu sangre, de tu ardiente pasión y en
el olor de tu piel de amapola.
Amada mía,
creo escucharte en el canto de la tórtola y
en sueños verte en la rosa marginal,
en golondrinas pasajeras,
en versos trazados,
en las cristalinas gotas de la lluvia,
en la lumbre espaciada de la tarde y
en el ocaso húmedo de la niebla.
De tanto imaginarte me duelen las venas y
se adormilan mis ojos.
Por estar donde está,
sería el gato barcino,
la cómoda de lo íntimo,
la araña en el hueco,
la alfombra,
la sàbana,
el espaldar de la cama,
la manzana,
el biscuit de porcelana,
el relicario y
el árbol en la ventana.
¡Ah distancia mortífera e inmisericorde!
De nuestros sufrientes corazones,
¿podrían compadecerse las alas del viento?
- Autor: Samuel Santana ( Offline)
- Publicado: 26 de junio de 2016 a las 20:22
- Categoría: Amor
- Lecturas: 81
- Usuarios favoritos de este poema: nelida moni, Rosalways
Comentarios1
Sencillamente bellos versos de dolientes lejanías, de nostalgias y ausencias . Y el amor que se presenta en todas las formas posibles.
Así he vivido este poema. Saludos poeta.
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