Me miraste con tu arrogancia
y me diste los fuertes golpes de la vida.
Las lágrimas no bastaron para tener tu piedad
ni tampoco mis gritos detubierón tu cinismo.
tu compasión estaba ausente
y tus palabras como hierro
azotaban mis palabras de alegría por conocerte.
- Autor: renee (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de julio de 2016 a las 02:02
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 37
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