Meterás ya errabundo,
tu lanceta,
en el tumor,
de tu peste luzbeliana,
mi ciudadela,
es un caballo alado,
¡Y tu vida,
una muerte pestilente.
Tú vistes,
la mortaja del fracaso,
es necrófilo,
el manto que tu arrastras,
tu figura,
es la sombra en el espejo,
de una magna,
silueta macilenta.
Vana ilusión,
pobre humanoide,
tu estriptiquez,
tu mueca la conozco,
es espectral,
horrenda, tenebrosa...
como en Satán,
como en Satán...
tu suerte.
Defensor de Atropos,
que habitaste,
aquel mismísimo,
círculo dantesco,
mi dedo puntiagudo,
te señala,
pasajero,
en el barco de la muerte.
Das asco, das horror,
y das tristeza,
discípulo, seguidor...
augusto Judas;
tu destino,
es ser náufrago perpetuo...
Y viajante,
en la barcaza de Caronte.
- Autor: 3nriqu3 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de julio de 2016 a las 01:09
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: Melba Reyes A.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.