Coloque usted un suspiro
entre las líneas de un papel,
deje caer de forma natural
una lágrima sobre el.
Tome un lápiz sin tinta,
evitando juzgar algún porque
y comience a escribir desde el punto
donde suspiro y lágrima son usted.
Relaje su cuerpo,
sea tan solo puño,
papel, lápiz,
suspiro y lágrima,
y revuelva muy bien sobre el papel.
Dejando que todo sentimiento
drene por su puño hasta su letra
partiendo desde el centro de su ser.
Luego proceda usted a tomar el escrito
y envuélvale preferiblemente en papel de tonto,
que los hay muy baratos y también muy caros,
pero son indiferentemente muy buenos
y convenientes todos
para ser olvidados.
Es que no hay ser humano
que no tenga aunque sea
un poco guardado por allí
juntito a la ingenuidad.
Terminado este ejercicio
guarde su papel escrito o poema,
como quiera usted llamarle,
en lo profundo de una libreta de poesías
sin importar si esta esta completamente vacía
confínelo en ese botiquín de primeros auxilios
que usted acostumbra a llamar
biblioteca personal
y deje que sea tal vez el tiempo
quien lo ponga frente a usted de nuevo,
ya curado,
de seguro con un nuevo amor.
- Autor: Les Piña (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de julio de 2016 a las 20:37
- Categoría: Amor
- Lecturas: 73
- Usuarios favoritos de este poema: Les Piña, Lita_81, Catacerina
Comentarios3
Muy buen remedio. Yo lo he hecho no para el desamor. Si no para las frustraciones y decepciones, y de verás que me ha funcionado.
Saludos
Gracias Lita_81. Es solo una idea de lo que a todos los que nos gusta expresarnos a través de las letras hacemos bajo cualquier excusa, y a veces también sin excusa alguna recurrimos al lápiz y papel salvavidas.
Gracias por tu comentario.
Saludos desde Caracas.
Precioso. Me recuerda al poema de Julio Cortazar “instrucciones para llorar”. Esta poesía me roba una sonrisa amarga. Pero al fin y al cabo sonrisa. Muchas gracias por compartír este bello poema.
Que bello comentario Catacerina, lo agradesco sinceramente. Adjunto el poema del gigante Cortázar al que haces referencia y al que sorpresivamente por azahares maravillosos de la mente (la suya) mi pequeño poema fue conectado al de este maestro de la poesía universal que admiro:
Instrucciones para llorar.
Julio Cortázar
Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
FIN
Pensé que era un nudo gordiano, potque para eso tengo el remedio en la mano.
Pero es un buen recetario, que a mi edad me parece estrafalario, ya que las lágrimas salen en chorro así el papel no resiste.
Saludandolo en un día lluvioso
Buena noche señor Gaston Campano, gracias por su tiempo y el detalle de su comentario. Soy neófito en estos menesteres de la poesía, mi prosa no es profunda en absoluto, ni propone un nudo tan complicado y mucho menos legendario, sin embargo sí hablo de un nudo mas común que se forma de manera desordenada y rebelde en nuestros corazones, cuando nos toca aprender de las perdidas inherentes del estar vivos. Ese nudo que duele de una forma exquisita y memorable y que ya superado, quizá cortándolo de tajo, desvela sus entrañas y hasta muchas veces nos hace gracia con los años, otras veces son como un nudo gordiano blindado que al parecer ninguna espada por filosa que esta sea logra cortar y solo quedan allí perennes como una profunda herida ya cicatrizada que con el tiempo nos acostumbramos a padecer su secuela de dolor sumisos y atormentados. Hasta que llegamos a comprender que todos padeceremos dolor, pero solo nosotros elegimos si sufriremos o no por ello y hasta cuando. He allí nuestra espada Alejandrina que nos liberará del divino dolor que espolea nuestra muerte o nuestro impulso creativo. Nos toca decidir entonces.
Gran saludo para usted.
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