Solo y cansado de mi isla desierta, lancé una balsa al mar de tus ojos, desbordados por las lágrimas que surcaban tus mejillas.
Crucé el océano tempestuoso de tu llanto y llegué a tu corazón herido y sangrante.
Tu rostro reflejó una sonrisa, tus manos extendidas hacia mí, me pedían a gritos un abrazo.
Tu alma me pedía amor, nuestros cuerpos se unieron y nuestros labios se fundieron en un beso eterno.
Mendigos de amores y cariño, comenzamos a vivir.
Nuestros corazones laten ahora al mismo compás.
C@RDENAL
- Autor: Juanelo Iturriano Cardenal (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de julio de 2016 a las 06:50
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
- Usuarios favoritos de este poema: Kalianali
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