Tenía un amigo en común con muchas personas, le llamaba Dios, ella había desarrollado la habilidad de llorar para cuando se necesita. Su sonrisa siempre fue considerada una locura de aspecto tranquilo y natural, durante invierno, primavera o verano, nada ni nadie la lograba deshacer, cedía en su intento. El en ese mismo efímero segundo le ofrecio una amistad con el color de la luna y le exclamo: -Si un día las agujas marcan la hora del desequilibrio abrí tus brazos y dirigí tus ojos entre el cielo y el mar, al llegar al horizonte, chocaras contra ti misma pero hebras encontrado el origen de todo y la posibilidad de recomenzar, diseñaras una vez más la gracia y la sonrisa. Y ella a cambio le ofreció un sarcasmo dulce y una locura tranquila. Comprendi el valor de lo sensible, pues he observado la linea que trazan sus parpados en el horizonte cuando sonríe fijamente.
- Autor: Ivan Pablo ( Offline)
- Publicado: 31 de julio de 2016 a las 03:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 84
- Usuarios favoritos de este poema: nelida moni, Mauro Enrique Lopez Z.
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