En una tarde de vivo sueño,
en la acogedora soledad de aquel parque
donde solo figuras deslucidas se ven
paseando entre palabras llenas
de nostalgia y recuerdos,
bajo los robustos robles y únicos
testigos de aquella escena
tan cálida y pura como el propio verano,
en aquel banco lleno de infancia y deseo,
nuestras almas estaban cerca, tan cerca,
que lo que nuestros cuerpos
no se atrevían a hacer,
ya lo habían hecho ellas con un simple jadeo
que dejó escapar nuestro más profundo secreto.
Entonces, agarraste firmemente mi mano
y al mismo tiempo que nuestros
rostros se sonrojaban,
el color de nuestros ojos se enlazó
en un único vuelo
que abandonó las alas en nuestras bocas,
para dejar que nos acariciáramos en
un beso sincero,
en un beso urdido por los labios de tu brío
y tu pasión,
y por los míos de tímida inocencia ahora
olvidada.
Nuestro primer beso.
Todavía recuerdo cuando,
en un vano intento por coger aire,
quisimos separar un momento nuestros labios
y casi nos ahogamos en el aire que
intercambiaban nuestros besos,
un aire cálido como el propio verano.
Y en una tarde de vivo sueño,
en la acogedora soledad de aquel parque
donde solo figuras deslucidas se ven
paseando entre palabras llenas
de nostalgia y recuerdos,
bajo los robustos robles y únicos
testigos de aquella escena
tan cálida y pura como el propio verano,
en aquel banco lleno de infancia y deseo,
nos besamos, sí, nos besamos,
nos besamos en aquel mágico beso
que silenció por completo
la atmósfera que nos rodeaba,
pero no pudo silenciar
lo que nuestros bramantes corazones decían.
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Autor:
.Luz del alba. (
Offline)
- Publicado: 9 de agosto de 2016 a las 06:43
- Categoría: Amor
- Lecturas: 76
- Usuarios favoritos de este poema: Rafael Escobar
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